miércoles, 1 de octubre de 2008

Primeras cronicas

OK. Estoy en Dufferin Station, la zona mexicana de Toronto, y aqui hay un cafe internet. De pronto me entraron muchas ganas de sentirme conectada con los que estan alla, asi que lo que pueda transcribir en 20 minutos y hasta ahi. Para mantener informados a los posibles interesados.

Avion Mexico-Toronto 30 de septiembre del 2008
Sonambula. Tensa. No se aun a que hora me voy a relajar, por completo. Pero no es esto dulce? He visto miles de veces aviones desde trayectos repetidos cientos de miles de veces al raz de la tierra, como metaforas del cielo y de una aventura, por lo menos una, para mi. Ahora estoy aqui. Estoy volando. Y no se exactamente que me espera, de hecho, no lo se en lo absoluto, y es como si yo fuera el personaje de una pelicula, o me viera desde el barandal de un sueno (sueenio, este pinche teclado no tiene enies). Y lo que tiene que ocurrir, ahora, es que tengo que echarme hacia atras, solo hacia atras, un momento, y saborear la incertidumbre. Saborearla. Saborear la libertad. Hace mucho que no tenia tanto miedo, y hace mucho que no era tan libre. Estoy escuchando a Bob Dylan. Quizas suceda que, si uno hace cosas valientes, acabe resultando que uno es valiente. Si hacemos cosas que nos demanden fuerza y resistencia, resulte quizas que al final si somos fuertes. Esto se siente como un umbral, sola, camino a un pais nuevo. Y todo comienza con un nudo en la panza, con el musculo que esta sobre el omoplato derecho completamente agarrotado y los ojos rojos de cansancio por dias interminables de incredulidad, y el peso de un acelerador violento arrastrando el pie, un mes por delante de todos los preparativos o los planes.

Mi familia. Mi mama, mi papa, mi hermana, se movoieron generosamente para que yo escriba, ahora, a miles de metros por encima de la tierra. Y me dejaron venir, sola, sin itinerarios definidos ni instituciones como colchones. Y se desprendieron de la angustia, y se despidieron de mi con carinio en el telefono. Y mis amigas siempre estan extendiendo sus alas sobre mi, siempre. Asi que todo esta iluminado por esa calidez dulce, de gente a la que quiero y que me quiere. Ahora no hay refugios, pero los refugios hicieron posible todas las horas que vienen, a la intemperie. Y si esto cuesta, tanto, no hay que desperdiciarlo. Hay que paladearlo, despacio, y rapido. Hay que ser fuerte, y suave. Sonreir, y apretar los dientes, cuando haga falta. Y dejar que la medula de la espina dorsal sea simultaneamente de piedra y de mar, de madera y de rumores y mecimientos y danzas flexibles contra el viento.

Sonreir, y dejar que nos sonrian de regreso. Estoy aqui. Esto es real. No es una pelicula, ni un suenio, ni una fantasia laboriosamente tejida con los ojos abiertos sobre el techo o las rutas imaginarias. Es real, y soy la persona a la que le esta pasando.

Aeropuerto Internacional, unas seis o siete horas mas tarde

No habia dormido, y la tension me habia dejado deshecha, pero solo cerre los ojos algunos ratos. Fue un viaje demasiado corto, chingaa. Breve, y muy hermoso. Bob Dylan, y luego Goldfrapp, una y otra vez, el firmamento, limpio, a traves de la ventana reducida, la ciudad de Mexico, interminable, luces simetricas como ejercitos de luciernagas hasta el infinito. Luego, luces solitarias, temblorosas, que yo creoq ue eran barcos, y la noche estuvo llena de enigmas parecidos. Luego, me fui quedando dormida, oyendo a Goldfrapp, y cada cierto tiempo, algo me urgia a abrir los ojos y pegar nuevamente la nariz a la ventana, y entonces, otras ciudades, como manchas de tinta luminosa con charcos y largos escurrimientos, hilos delgados y lagunas de luz, y tramas complicadas y caprichosas. Y yo no sabia si eso ahi abajo era todavia Tijuana, o ya algo asi como Los Angeles o Atlanta. Ciudades como animales, como libelulas, y como serpientes.

Luego nubes, como alas tambien, o como harapos que alguien dejo flotando, y la linea anaranjada del horizonte (una sola linea curva y vasta), la amenaza del amanecer y una linea azul antes del cielo aun estrellado y negro y limpio. Y ya. Mucha neblina. Lluvia. Toronto. Yo no queria aterrizar, todavia. Pero ya estabamos ahi y mi boca seca por todo el asunto de la entrevista en aduanas. Y con el primer entrevistador me temblaban las manos, y con el segundo, que reviso mi cartera papelito por papelito, y conto mi dinero (yo dije 600, luego 500 y resulta que solo habia 400 dolares) me temblaban menos, y al final el hombre me sonrio y yo estaba del otro lado. Preguntando como hacer todo, encontrar mi mochila, hablar por telefono. Y le pedi a una mujer venezolana que cuidara mis maletas y luego ella y su hija y yo ibamos a tomar el bus juntas. Hable con mi mama para avisarle que todo iba bien y teniamos muchas ganas de decirnos muchas cosas, pero todo lo que pude decir era que llovia y ella se preocupo, de nuevo.

Y las venezolanas y yo tomamos un te juntas y la que realmente me cayo bien fue la mama, Ligia, dulce y vital y pegando siempre, como yo, la nariz a todas las ventanas. Y me ayudaron a tomar el bus, con el conductor maduro de ojos azules y de acento mas canadiense que alguna vez haya existido, quien debia dejarme muchas cuadras en otro lado pero me dejo casi a la entrada del hostal, porque llovia y me vio luchar con las mochilas. Un hostal funky, tanto por las imagenes como por los olores, donde hay sillones de distintos colores y una sala con una mesa de billar y un letrero anunciando "every friday and saturday new bands and djs", y dos mujeres muy jovenes y rubias hablan aleman entre ellas, y yo me muero de suenio y los ojos se me cierran escuchando algun talk show en ingles, y casi todos aqui parecen salidos de la prepa, pero acaba de entrar y salir un hombre narizon, rubio, con grandes tatuajes todo alrededor de los dos brazos, y me gusto, por lo menos, su nariz, y ya no puedo hablar, de los arboles a traves de la ventana del autobus, que se sienten distintos y empiezan a ser amarillos. Y la ciudad, ordenada, hecha de trazos claros y edificios a ratos curvos y hay una sensaciopn limpia, y de pronto, el lago, agua hasta el otro lado y un oleaje suave y gris bajo la lluvia, y un par de albatroces peleando con el viento. Y ahora voy a dormir, sobre este sillon, delicioso, acolchonado, porque mis ojos ya no pueden con su alma.

HOY POR LA MANIANA, EN LA BANCA DE UN PARQUE

Dormi un rato en el sillon, y espere estupidamente a la 1 de mi reloj, pero ya eran las dos en Canada cuando me registre, y subi mis cosas al cuarto y tuve dos o tres ataques de panico, sali a caminar unos minutos, regrese, intente hacer algunas llamadas (viendo con panico como se acababa el dinero en la tarjetita que compre), pero solo habia mensajes de contestadoras y busque otra vez en internet (en una computadora dolorosamente lenta, en el hostal), escribi correos a gente que renta cuartitos, y sali a buscar algo para comer, entre a una tienda y me apanique al ver los precios de todo, y me compre un gatorade porque me sentia deshidratada y un chocolate gigante y decidi sobrevivir con eso el resto del dia, y camine hasta un parque donde se nota ya un poco la belleza del otonio, y comi mi chocolate viendo a canadienses trotar en shorts y pasear a sus perros, y cada dos o tres minutos tenia un ataque de asombro, ante la idea de lo que estaba haciendo, y regrese al hostal, hice otras llamadas, y solo pude ponerme de acuerdo con dos personas (los canadienses son seres amables, angelicales, casi), pero las dos personas viven lejisimos, y solo pude ir a un lugar y fueron muchos buses y trenes y como hora y media de camino, ya de noche, una sensacion descampada a traves de las ventanas, y de pronto, conjuntos de enormes edificios de condominios. Me baje del ultimo bus (TTC se llama aqui la version primer mundista y roja y con aire acondicionado de nuestros micros de alla en chilangolandia) a buscar la calle y no sabia para donde caminar y el chofer del bus se detuvo a mi lado, abrio la puerta otra vez, me subio de nuevo, reviso conmigo las direcciones que habia garabateado yo de manera confusa en una hoja de papel, me presto su celular para llamar a la duenia de la casa (nadie respondio el telefono), detenido con el semaforo en verde y pasajeros adentro, y nadie protestaba, y todos , de nuevo, angeles de ojitos azules. Acordamos que no sabiamos a donde tenia que ir, pero le asegure que estaba cerca y seguro llegaba y el me sonrio de nuevo y me dejo bajar otra vez y siguio su camino.

La mujer que renta el cuarto es Carlita, filipina, tiene un hermosisimo hijo de unos dos anios, un cuarto con mucha luz en un barrio bonito aunque lejos de todo.

Y luego, me perdi durante el regreso (tambien espere horas por el TTC equivocado durante el viaje de ida), y estaba exhausta y cada vez que cerraba los ojos irritadisimos por el cansancio me dormia por completo a lo largo de un minuto hasta que la adrenalina de la siguiente estacion me despertaba, y tuve que preguntar a todo el mundo como pagar y donde subir o donde bajar. Y los rostros son todos tan distintos entre si que no puedo dejar de mirar. Y de todos, recuerdo a un negro guapisimo como de mi edad, que me dio las direcciones exactas asegurandose de que entendiera como hacerle para llegar a St. Andrews Station, y me sonrio y me miro a los ojos acercando su rostro ligeramente al mio de una manera tan deliciosa que casi me enamoro. Y luego, sali del metro y me perdi, y camine dando vueltas mas de una hora, por algunas de las calles mas interesantes del centro de Toronto, maldiciendo mi suerte porque estaba cansadisima y moria por una cama, pero feliz por mi suerte porque de pronto un bar desde el que salia algun rock en vivo, o un graffitti, o la escuela de Disenio (un edificio increible y lleno de colores, como de otro planeta), y un mural pintado en la pared, y Toronto, Toronto, Toronto, tan tan bonito. Y los personajes. Chavitas con vestidos primaverales en el aire frio saludando a los pasajeros desconocidos de un coche, y yuppies canadiense discutiendo algo con entusiasmo y dando grandes zancadas, y hermosos hombres y mujeres con todos los rasgos faciales del planeta. Y un hombre al que le pregunte en ingles me respondio en portugues como llegar a Spadina St. Y por todos lados, hay, aun, gente buena. Y todos los rostros son distintos entre si, y yo no puedo dejar de mirarlos, a todos.

1 comentario:

Unknown dijo...

Muy lindo, muy bello, es una rosa sensación de vertigo.

Me encanta tu valor y tu viaje...

buena suerte!

un beso

Atl