viernes, 3 de octubre de 2008

Tengo el mejor roomate del mundo. Vivo con gente buena y generosa. Rodrigo me ayuda en todo, me deja sentirme en este lugar como si estuviera en mi casa, y me tiene confianza como si nos conocieramos desde hace anios. Ahora escribo desde su computadora. En este barrio lleno de arboles, sintiendome segura. OK. Siguen las cronicas:
Ya no me acuerdo donde ni cuando escribi esto

Hable al anuncio y el hombre hablaba con mucha dificultad el ingles desde un acento que al principio me parecio hindu, me dijo como llegar a su casa, y yo pense que iba a llegar a la casita de una familia hindu. Me baje en Keele y tome el TTC, y baje en la esquina acordada y de pronto, Canada agarro una densidad nueva, el barrio estaba lleno de jamaiquinos, y grafittis, habia una sensacion ruda, que me atrajo, y me dio un poco de miedo. Llegue a la calle e instintivamente toque el timbre en la casa mas bonita y femenina, pero era un error del inconsciente y cuando cheque el numero vi que la casa era otra que se veia mas descuidada, desde la que me hacia senias, pegado a la puerta, un hombre maduro de ojos azules. Yo habia imaginado a un hindu, y me recibio un hombre blanco y alto y fornido, en chanclas y calcetines y una camisa de franela y jeans, y una sonrisa dulce, y antes de que me enseniara el sotano me pregunto de donde era, y cuando yo le pregunte, me dijo Rusia, y me emocione y senti que eso era perfecto. Si algo me ha fascinado en la vida (aparte de la idea vaga de Africa), es la idea vaga de los rusos, y sus temperamentos y su sensibilidad y mi adorado Dostoievski y el sitio de Stalingrado y aquel compositor tocando en medio de la guerra para los soldados sitiados y exhaustos, y cosas asi, imagenes inevitablemente romanticas. Me dio gusto, en fin, que fuera ruso. Bajamos al sotano y estaba sucio, y oscuro, olia raro, y producia una sensacion deprimente. El hombre me explico que ahi vivian un cubano y un italiano y que eran dos hombres y por eso no estaba muy limpio. Me imagine el invierno ahi y pense que si de por si era dificil, ahi iba a resultar simplemente triste. Me mostro lo que habia, y trataba de convencerme con su hermoso acento y su hermoso ingles casi doloroso por el esfuerzo, que el me conseguia trastes si no tenia (y no tengo), y una tele (que por supuesto no tengo) para ver el cable en mi cuarto, un cuarto lleno de manchas de humedad. Y me imagine limpiando aquello y poniendole flores y postales en la pared y pense que a lo mejor no era tan malo (a pesar de los olores), y estaba desesperada porque los lugares a los que habia ido estaban caros y muy lejos del centro, y a mi me urgia irme del hostal para dejar de pagar noches caras en Toronto, asi que le dije que si, nerviosa, y el me dijo que podiamos ir por el dinero de una vez, para que me diera la llave y me mudara en cuanto quisiera, y le dije que si, y ya estaba arrepintiendome, y entonces me pidio un minuto y entro a su casa, y salio luego con un traje negro, y todo el parecia parte de una novela rusa, con su manera de usar el traje elegante ligeramente raido, y su manera de caminar, y atravesamos el patio trasero de su casa, que estaba lleno de trebejos y tampoco olia muy bien, y luego el abrio la puerta desvencijada del garage y saco una camioneta negra, que tambien estaba llena de trebejos y tampoco olia bien. Mientras ibamos en el coche le conte que una amiga mia estudia ruso, y que sabia algunas palabras, como Paka, y el me corrigio porque la pronunciacion es enteramente distinta, y a su manera seca y fria y dulce al mismo tiempo, dulce de una manera latente y casi inexplicable, me fue contando pedacitos de su vida, y a veces tartamudeaba del puro esfuerzo para hablar en ingles, y yo iba sintiendo una ternura cada vez mas grande por el, sintiendo que ese barrrio, y esos migrantes, me gustaban, mas que las zonas nice de Toronto. Me platico que su familia sigue en Rusia, que sus hijas estan alla, y que el lleva mucho tiempo luchando por arreglar los papeles para que se vengan a Canada, pero que eso esta cada vez mas dificil. Y desde el momento en que le pregunte por su familia senti como le cambio la voz, y habia, de esa manera rusa, una tristeza infinita en la voz sin acentos ni gestos expresivos evidentes. Me conto de una ucraniana a la que deportaron luego de vivir mas de veinte anios en Canada.Entonces, yo voy a ser la unica mujer en esa casa, le pregunte, y ahi encontre mi salida, porque desde el principio el estomago me decia que no queria vivir ahi, que me iba a morir de tristeza en la sensacion abandonada y sucia de la casa. Le dije que no me sentia comoda siendo la unica mujer, que si me podia arrepentir. Y el, de esa manera rusa que es dulce de maneras implicitas y poco evidentes, dio la vuelta y me llevo de regreso a la parada del bus, y me dijo que no habia problema. Y en su ingles adolorido por el esfuerzo me dijo que si no encontraba nada mejor, que lo llamara y haciamos el trato, y que si no, no lo llamara, porque las llamadas cuestan dinero, y el sabia que yo no tenia mucho. Y yo sabia que el sabia, y que me entendia por completo. Y supe que yo queria a ese hombre, pero me baje del coche y el siguio el camino de regreso a esa casa de la que estan las mujeres desterradas, involuntariamente, en Rusia. Y ahora que me acuerdo, me encanto la manera en que el dijo "Roosschaa", como ruso, y los ojos brillantes felices (de esa manera rusa): asi como yo digo Mejico, y no Mecsicou cuando en hablo en ingles sobre mi pais, y los ojos, a lo mejor, tambien me brillan involuntariamente.

Ayer, en el metro

Hay angeles sobre mi cabeza. Todo el tiempo. Siempre que el panico llega sobre mi, con la idea de quedarme sin dinero en un pais extranio, ocurre, por ejemplo, que la ciudad despliega su belleza, y un edificio, o un musico en la calle de rostro afilado y mirada muy suave, tocando un harpa pequenia, y luego, un hot dog por dos dolares, un super hot dog gigante al que le puedes poner aceitunas, y pepinillos y todo tipo de cosas, y la sensacion de mi primer comida caliente y entonces parece que todo va bien de nuevo, y le doy dinero al musico (por que no, chingaa), y tambien al chavo que tiene rostro de migrante y me dice en buen ingles que si tengo 25 centavos y yo de hecho cuento los centavos (de la manera mas literal posible), pero estoy mas consciente que nunca antes de lo que es la precariedad, y lo miro, y veo sus ropas sucias, y lo entiendo, y el en lugar de decir Thank you dice gracias y me quedo pensando en que a lo mejor es compatriota (y nada feo por cierto). Me voy a buscar Chinatown con la idea de que los chinos lo tienen todo mas barato y en una de esas tambien los celulares (que ingenuas han sido algunas de mis decisiones en esta ciudad). Y camino por una zona universitaria y de pronto veo a los chavos en los bares y oigo al pasar frases de gente que dice, por ejemplo, que quieren una clase sin tareas para que se puedan concentrar en disfrutarla, y quizas tienen razon y se mientras lo pienso que soy injusta, pero los siento superficiales, y comodos, como si los migrantes que se parten la espalda estuvieran de algun modo mas cerca de algo vital y verdadero que estos chavos con sus acentos involuntariamente fresas, y ropa cara, y look fashion, y vidas ad pepetuum confortables. [Mare bella: si lees esto, estoy comiendo bien, lo prometo, lo de la primera comida caliente es nomas para dramatizar el asunto literario}

Hoy en la silla de una pequenia cafeteria

Estupida. Anoche hable por enesima vez al numero anunciado en el periodico de los latinos al hombre que vendia un celular en 30 dolares. Habia preguntado y no me vendian ninguno por menos de 120, mas activacion, mas credito, o sea que casi doscientos dolares, y entonces el negocio por treinta sonaba atractivo. Y me contesto alguien, a las 9 de la noche (y yo deambulaba por el barrio chino), y su acento me gusto, me parecio que era algun mexicano de alguna zona rural, eso fue lo que me imagine al oirlo, y me dijo que podia ir al dia siguiente por el celular y le pregunte si podia ser de inmediato, y el me dijo que si, y me hizo repetir varias veces las direcciones para llegar a una gasolinera donde tenia que hablarle nuevamente para que me recogiera. Y yo me meti al metro corriendo otra vez, sintiendome fuerte y chida y pensando en que si habia conseguido ya un cuarto increible y centrico y barato con gente buena, entonces tambien iba a conseguir un celular barato de algun mexicano que iba a entender a una mexicana recien llegada (todavia no tengo trabajo, le dije en el telefono cuando el me ofrecio tambien televisiones y otros chunches, aaah, asi que todavia estas amolada, me contesto). Y el maldito autobus tardo anios en pasar, y luego subio y subio y subio por una calle interminable a lo largo de muchisimo tiempo, y hacia muuuucho frio, y Toronto, lejos del centro, de noche, hay zonas en las que parece que todo es simplemente negro y solitario y casi desertico (la sensacion cambia durante el dia, donde todo es nuevamente bonito y primermundista con arboles y hojas maple amarillas meciendose en el viento). Llegue luego de lo que parecieron siglos a la mentada gasolinera, y me moria de sed, y de frio, y ahi no habia personas, ni coches, como para preguntar donde chingados estaba. Hable por telefono y nadie contesto. Hable otra vez, y me contesto el mismo acento espaniol que yo crei de campesino mexicano, y el hombre me dijo que iba por mi. Solo estaban las luces de la avenida descampada y las luces de la gasolinera, y hacia muchisimo frio. Luego pense en que no habiamos dicho ni como me veia yo, ni como era el, y si iba a llegar caminando o en coche, y habia dos gasolineras, una frente a la otra, asi que me puse en medio en un lugar visible, vigilando a todos los peatones, a todos los coches, helandome a lo largo de minutos que no terminaban nunca. El hombre llego en coche, me dijo subete Jimiena (siempre me dijo Jimiena), y yo me subi, entendiendo que aquel era el modo canadiense de hacer las cosas, incluso entre no-canadienses, y de la misma manera en que mi nuevo roomate confio en mi de inmediato y me dio la llave de su casa, yo confie y me subi a la camioneta del desconocido. Estaba caliente ahi adentro, eso era suficiente. Fuimos a su casa (una casa muy grande, y muy bonita), y entramos sin zapatos (asi son, tambien, los canadienses), y el me mostro los telefonos. Los dos, en ese sentido, eramos igual de ignorantes. Si yo no entiendo nada de telefonos mexicanos, no tengo la menor idea de lo que me puedan estar vendiendo en Canada. Pero el hombre fue honesto, me dijo, no se si sirvan, mira, este si prende (y lo vi, y todo parecia funcionar a la perfeccion, aunque el modelo se veia raro), y este otro no marcha, pero lo puso a cargar y una luz empezo a encenderse y apagarse. Te los dejo los dos, en veinte dolares, porque la verdad es que no se si funcionan. Y yo pense que funcionaban, y acepte, y todavia, a esas horas de la noche, le pedi agua, y el me ofrecio ademas dulces, y me dio consejos, y hablamos un rato, el es de Bolivia, su familia esta aqui, lleva mas de veinte anios en Canada. Me miraba con una ternura paternal, y me decia que seguro si encuentro chamba, y me daba consejos, y me decia que le hablara por telefono alguna vez, para platicarle como me iba yendo. Se llama Alex. Regrese a la calle y ya eran casi las doce de la noche y el frio era una cosa oscura y aguda. En fin. Llegue a la casa pasada la una, tratando de acostarme sin despertar a nadie. Cai como piedra. Hoy por la maniana Rodrigo mi nuevo companiero de casa me explico a donde ir para checar los celulares, y resulto que ciertamente, ninguno me servia. 20 dolares menos, y mucho tiempo y mucho frio, desperdiciados. Asi que tuve que comprar la version barata de un celular canadiense nuevo que en terminos mexicanos sigue siendo una version carisima. Pero ya tengo telefono. Requisito indispensable para el asunto de la chamba.

Hoy una mujer jamaiquina de unos cincuenta anios, usando un vestido y un swetter ligero y sucio y un par de calcetas tejidas no me soltaba en la calle al salir del banco, exigiendo una y otra vez que le diera 5 dolares, que le diera 1 dolar, y no me gusto, pero le di un poco de dinero, porque le faltaban varioss dedos de una mano, y estoy segura de que los perdio porque en algun momento se le congelaron por el frio, viviendo en las calles.

Anoche vi el rostro oscuro de una mujer negra, joven, muy bonita, sin uno de los dientes frontales, que hablaba por telefono iluminada por completo a causa de alguna emocion feliz.

Todo el tiempo hay estimulos e imagenes nuevas. Todavia estan coloreados los dias por la novedad de todas las cosas, todos los recorridos, y los rostros, y las conversaciones.

Aqui hay dos rubios que parecen de lo mas altaneros. Entraron con dos trabajadores. Los trabajadores, con los jeans sucios, usando cascos, llenos del polvo blanco de algun sitio de construccion, pidieron un expresso (uno de ellos, de ojos azules, le dijo en un espaniol que me sono mexicano al otro: quieres cafe, y el otro, mas joven, asintio con la cabeza), se lo tomaron muy rapido y se fueron seguro de regreso a la friega, y el mas joven dijo Gracias (Gracias, en espaniol, en lugar de Thank you) a la chica rubia del mostrador, y me parecio guapo, y me enamore un poco de el. Y estos dos rubios, llevan aqui un ratote, platicando de manera ruidosa y estupida, y seguro ganan mucha mas lana que los otros dos que se tomaron su expreso en menos de un minuto, parados frente al mostrador, en silencio. Me estan cayendo muy mal estos dos rubios, alcance a cachar algo que decian (uno hablaba ruidosamente y altanero, y el otro respondia ruidosamente y altanero): "I told him, you can't come inside anymore in here, this is MYYY place, you have to show me some respect. Because he's a pawn, he's just a pawn, they're just a different breed, stupid is what that breed is called." Y yo los veo, sentados por horas en su laaargo descanso, tratando de impresionar con la voz alta y ademanes exagerados a la mesera del cafe, y me parecen estupidos, sin remedio. Pobres. Que sensacion facil de poder en la que se regodean sin merito y sin razon alguna. Pobres. El mundo que a mi me interesa esta del otro lado de la frontera que divide a los que bebieron silenciosos y de pie la version mas fuerte y barata del cafe, de los que se extienden con languidez sobre la silla abriendo bolsas de golosinas y discutiendo el futbol. De eso, estoy segura.

3 comentarios:

Sonic Reducer dijo...

Tu crónica me ha hecho pensar que a veces la palabra de aliento en las ciudades con apariencia más hostil llega por parte de los músicos ambulantes. Que la experiencia te enriquezca.
Saludos.

Anónimo dijo...

nombre que bonito escribiste, te imaginè, y al ruso, y su camioneta, y ese sentimiento de stalingrado, bombas, la idea romantica, los graffitis y los jamaiquinos, aww, que te vaya muy bien allà jimena, si extrañas mucho el calor por estar en canada, puedes patrocinarte unas vacaciones a chihuahua, donde el sol y la banqueta a 40 grados te recordarà lo que es el norte :P, cuidate, cuidate mucho, y ojalà encuentres lo que buscas, un abrazo desde el norte de mexico, pero muy al sur de donde estas.

Haydeeakin dijo...

Jimenovna:
Cada vez que te leo, me enamoro más de tus letras, y quiero seguir leyendote, pues me transportas a ese momento cálido. Por favor no olvides ese acento ruso, que cuando regreses tendras que mostrarme el verdadero acento de "paka". Te extraño mucho. Y bueno, como ahora no hay tanto chance de platicarnos. Yo también comencé con las respectivas crónicas de lo que por acá medio pasa. Porque por allá donde andas, pasa de más. La vida allá te esta yendo con demasiada intensidad e incertidumbre. Y que más vida que la que se vive al borde del miedo y la belleza. Se te extraña harto!!