lunes, 19 de octubre de 2009

Me detuve a mitad del dia en el primer cafe que encontre, para escribir, y pensar, y tomar impulso para seguir corriendo. Desde hace un anio estoy corriendo. Estoy pintando sobre mi vida con pinceles gordos y veloces, bajo el estres sin descanso de las decisiones de ultimo minuto. Desde hace un anio el futuro es una ventana como a 10 kilometros de distancia, y solo adivino desde lejos sus colores, y su luz. La estabilidad de un trabajo o un lugar para vivir llega con fechas de expiracion determinadas, y transcurre bajo la sombra de tormentas emocionales. La estabilidad amorosa llega mientras todo lo demas se esfuma, y ahora por ejemplo, mientras escribo, no se si tengo dinero suficiente para remontar los meses y las luchas burocraticas que siguen, si puedo o no regresar a Mexico, y si puedo despues regresar a Canada. Es la primera vez en mi vida en que, ademas de no tener trabajo, ni siquiera tengo claramente un pais de residencia. Entre las sacudidas de los terremotos que desde hace un anio no terminan, ciertas verdades aparecen como pilares desnudos. Encontre por fin al hombre con el que quiero pasar toda mi vida, esa es mi certeza interior y yo reposo ahi la frente con los ojos cerrados. A veces llega la angustia en oleadas, el corazon traga saliva bajo las amenazas que flotan sobre nuestra pequenia historia de amor. J. tambien tiene miedo. Me abraza, me cuenta algo chistoso para que me sienta mejor, y me rio, y me siento mejor. Estamos bien por unas horas lejos del mundo. El mundo llega en la maniana a despertarnos, y hace frio.

Me acuerdo de este miedo, estas pausas nada mas para jalar aire mientras ni siquiera los proximos dias o las proximas horas tienen contornos definidos. Se parecen a la primera vez en Toronto, los primeros dias. Igual que entonces, los minutos estan encendidos intensamente. Se me olvidaba que la incertidumbre provoca tambien angustia, y ahora escribo con el viejo hoyo negro jalando aire desde el estomago. Para consolarme, pienso en que de veras estoy viva, estoy viviendo, me ocurren cosas, me sacuden terremotos, se levantan columnas interiores iluminadas suavemente, se fortalecen los musculos de la espalda, y los del corazon, y los del alma. No soy ya la tejedora de ciudades aereas y cristalinas, de suenios minuciosamente inventados. Soy nada mas alguien probando la superficie agridulce del mundo. Y eso me hace feliz precisamente porque no hace mucho, yo le tenia miedo a esas superficies claroscuras y soniaba mucho mas de lo que vivia. Ahora mi vida esta encima de mi como un maremoto azul, poderoso. No queda de otra mas que seguir corriendo, seguir tomando decisiones veloces a dos o tres minutos del avion que sigue, con el pulso acelerado y la gastritis latiendo en la panza que se queja y pide descanso. No hay, todavia, descanso. Pero luces calidas prometen felicidad desde sus pilares desnudos.