miércoles, 29 de octubre de 2008

Ayer.
Creo que este es mi momento de soledad mas absoluta. Nunca me habia sentido tan lejos de todas las personas a las que quiero. No hay nadie a mi alrededor. Hay solo la promesa vaga de otras personas. Ninguna coneccion inmediata. Ningun alma gemela. Lo unico que hay son los ojos de C., empaticos. El se a cuenta, y me mira mostrandome que se da cuenta. Dios mio. Alguien que te mire caminando por los pasillos y sepa que estas triste. Siempre he deseado a alguien que simplemente sepa. Aunque digo, a lo mejor ahora es muy evidente, he estado conteniendo las ganas de llorar por los pasillos de la tienda, deteniendome en las esquinas y los rincones para respirar profundo. Y es que es mi cumpleanios y nadie a mi alrededor lo sabe -excepto la amiga de N. quien se ofrecio generosamente a sacarme un rato para celebrar. Pero la pobre se levanta a las 5 de la maniana y necesita dormir temprano y yo salgo hasta las siete de la chamba y sigo sin varo y no nos conocemos y hace mucho frio, asi que decidi vivir el asunto asi en toda su soledad sin paliativos. Este es un momento absolutamente nocturno. Me quiero recargar en los brazos de alguien, en el pecho de alguien, y no hay nadie. Todo lo que hay es la certeza de que finalmente, resisto. Tontita, fragil, sufriendo por la carga simbolica de este 28 de octubre que hace evidentes todas las ausencias. Personas a las que extranio y no puedo hacer nada, mientras el dia avanza, mientras todo se oscurece, y llega la noche, y nadie esta realmente cerca, de mi. Y estoy aqui, y nada se rasga, nada se rompe, no hay heridas ni sangrado externo, ni hemorragia interna, y yo resisto, y ay la llevo.

HOY.

Llegue a la casa con mi bolsita del mandado, y aqui estaban Frank y Rodrigo, y me dijeron que les hubiera avisado, y me pusieron las manianitas (todo lo que Rodrigo tenia a la mano eran las manianitas de Cepillin, y de alguna manera estuvieron perfectas), y bebimos cerveza y una copita de vino que Rodrigo saco del refri. Asi que no fue un cumpleanios completamente invisible.

Y asi es esto. Todo esta iluminado o deformado por cristales intensos, a veces casi absolutos. Cuando es felicidad es euforia, sin un detonante claro, solo corrientes electricas y danzas en los pasillos cuando nadie mira y esta puesta alguna cancion que si me gusta, y hay algo que la gente reconoce y algunos clientes se me acercan y me preguntan por que estoy feliz, y yo me rio y les digo que no se. Cuando es oscuridad es todo negro sin matices y C. me mira desde su puesto de vigilancia y
sabe. Sea lo que sea, no hay calma, no hay muchas posibilidades para adormecerse. Y eso es bueno.

lunes, 27 de octubre de 2008

Haydee vino a Canada, y sabia que yo queria leerlo y que preferia intentarlo en ingles, asi que me lo compro y me lo llevo a Mexico para que viajara conmigo de regreso a Toronto. "On the Road", de Jack Kerouac. No la novela (que no he leido y tambien NECESITO leer), sino el manuscrito original. Es el mejor regalo que pude haber recibido justo ahora. Lo estoy leyendo deeespaaciooo, a la hora del desayuno o la cena, en los descansos durante la chamba. Otro himno a las periferias, donde TODO sucede, rapidamente, sin pausas, y las personas se entregan sin contenciones, a todo, a los minutos del dia y a los impulsos subitos de la noche y a la dulzura de las cosas y a ciertas variantes luminosas de la locura. No hay diques para el tiempo en el que ellos estan vivos. Son una estampida que se enciende y se quema, son incendios veloces sobre el asfalto, piden aventon a la orilla del camino, se tienden al lado de los vagabundos en el pasto de las iglesias, se quedan sin dinero para comer, se paran de cabeza en el centro de la borrachera, se pierden en fiestas multitudinarias de tres dias y tres noches, guardan un silencio maravillado para escuchar el mecanismo fragil de una cajita musical, de un minuto al siguiente se lanzan en busqueda de la orilla opuesta del pais, de Nueva York a San Franciso a Nueva York a San Francisco. El cuerpo es algo que les vibra y se sacude y se incinera, azotado y calado y acariciado por todos los sentidos y todos los contactos, y todo esta floreciendo y derrumbandose en sus vidas.

Lo mio, en este momento, es la construccion acelerada de una vida desde el papel en blanco de un pais nuevo. Pero no es el camino. El camino es otra cosa. Es una libertad mas violenta.

Por mucho tiempo sostuve conmigo y en mi contra adoloridas discusiones existenciales. Ahora empiezo a saber con una exactitud casi cristalina en que consisten mis suenios. Quiero pisar Africa el anio que viene. De alguna manera, ser modestamente util en el espacio que me separa y me comunica con las otras realidades del mundo.

Pero tambien esta ahi, todavia esta ahi, todo el tiempo esta ahi, el demonio del camino, esperando el momento de su exorcismo. La deriva en dosis absolutas y concentradas puede resultar una adiccion peligrosa. Y quienes no la prueban, quienes no enloquecen, por lo menos una vez, dos veces, se pierden de algo muy dulce. Y yo quiero probar, por lo menos una vez esa dulzura, no me la quiero perder, quiero decir, una vez, no se a donde voy, pero "I dig life", quiero estar con alguien mas loco que yo, mucho mas, y que nos quememos juntos... "burn burn burn like Roman candles in the night". Pronto.

A veces, me da por pensar que los mas hermosos destellos humanos ocurren fuera de las multitudes y los ordenes y los sistemas. Y que la dulzura no esta en perseguir un objetivo concreto sino en caminar por algunos minutos o algunos meses o algunos anios sin una direccion definida. En movimiento. Sin pausas sin frenos sin brujulas sin programacion sin horarios. (Ojala estuviera hecha yo de una materia cotidiana mas audaz que la mia.)

viernes, 24 de octubre de 2008

Un dia libre con la camara de Rodrigo, amablemente prestada para la causa, y estos son los resultados. Demasiadas fotos repetitivas del otonio en High Park, y luego muy poquitas de la ciudad porque se me fue la luz, pero eso si, hartos autoretratos tambien. En fin.

miércoles, 22 de octubre de 2008

DOMINGO.

Hoy, C. me rompió el corazón. Además, llegue tardísimo a la chamba en medio de una sensación desesperada, y gasté 10 preciosos dólares en un taxi completamente inútil, porque perdí DOS-VECES-DOS autobuses que tardaron milenios en pasar. Luego, C. Sali`o cuando yo salí a la entrada de la tienda y platicamos un minuto, y yo pensé que era un guiño y que quizás quería platicar conmigo, pero creo que sus gestos amistosos hoy eran para que le prestara dos dólares para comprarse un café. Y luego mis sospechas se confirmaron. Anda con una de las cajeras, una chava bonita, de tez blanca y cabello largo pintado de negro y ojos azules. Auch. Y ahora, el pequeño amor que tejí para `el a lo largo de estas dos semanas se ha transformado en una pequeña amargura a la medida de las circunstancias. No tengo roto el corazón por C. Lo tengo roto por una sensación de distancia sin límites. Estoy lejos de todo, y de todos. Salí de la chamba y otra vez, la ciudad era una visión fuerte, violeta y azul a las seis de la tarde. Cerca de la parada del autobús una banda ensayaba en algún lugar dentro de una casa de paredes de ladrillo, y había bajo y guitarra eléctrica pero luego sólo silencio, me quedé ahí merodeando en la banqueta para ver si tocaban algo más pero ya no hubo nada. En el autobús iba C. Casi no hizo contacto, iba oyendo sus audífonos así que me dedique a mirar por la ventana, al cielo azul y violeta detrás de los follajes amarillos, y la estela de un jet en el espacio abierto. La ciudad y su belleza estaba ahí, todo a mi alrededor, pero yo me sentía lejos también de esas imágenes. Me subí al metro y me fui a Spadina y tomé el Streetcar para caminar a la deriva por el barrio chino. Y estuve ahí, en los mercaditos desordenados llenos de hongos y hierbas y nombres en chino de todas las cosas. Y era el lugar perfecto para sentirme como una extraña. Ahí en los diminutos supermercados, los rostros eran chinos y las conversaciones también, y la cajera no me dirigió la palabra, sino que dejo que le pagara y me entrego el cambio en silencio (compré papas, y té verde). Y la ciudad estaba llena de invitaciones, también ahí en esas calles, y yo no tenia a nadie, estaba sola, no podía ser invitada, a los bulliciosos restaurantes donde venden sopa de aleta de tiburón y las familias y los grupos se sientan alrededor de mesas redondas, ni a los bares donde se anuncian tocadas de blues, ni a ningún otro espacio que no fueran las calles y sus imágenes deslumbrantes y extrañas, porque estaba (estoy) sola, y no ten`ia dinero (no tengo). Ahí, Toronto deja un poco de ser Toronto y es un poco m`as China, y hay puestos callejeros y baratijas y luces y letreros y sonidos y ne`on amontonados entre s`i. Vi a dos hombres raídos sentados en los escalones de la entrada a un edificio, y uno de ellos llevaba un abrigo sucio, y barba y un parche reciente cubriéndole el ojo derecho. Me imaginé que había perdido el ojo, en alguna pelea o en algún accidente y volví a sentir que caía sobre mí una sensación absoluta de desamparo. En el Streetcar de regreso al metro iba un hombre con una herida reciente en la mejilla, y algo había en `el, aparte de la sangre, que no parecía normal. Y vi luego a una mujer vestida de blanco con la blusa y los brazos manchados de rojo, pero no estaba herida, era como una actriz disfrazada de una mujer herida.

Está empezando a hacer mucho más fr`io. No tengo un día definido de descanso en la chamba, he trabajado sin interrupciones desde el lunes y ya no quiero regresar mañana. Estoy en la banca verde fuera de la estación del metro donde todas las noches espero el autobús a mi casa, y hay unos chavos latinos hablando en español con un acento peruano o salvadoreño y de ellos me siento tan lejos como de todos los demás.


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El autobús iba lleno y un hombre joven llevaba a un bebé como de año y medio en su carreola, y el bebé iba haciendo sin pudor infinidad de sonidos graciosos a todo volumen y los pasajeros sonreían. Dos asientos a mi derecha iba una mujer arrugada y encanecida y frágil, con una pequeña barba canosa en el mentón, ropa ligera y una bolsita brillante y barata. La vi esperando el autobús fuera del metro, vestida con una falda larga y fea como de verano, y medias y zapatitos. Aquí las imágenes de la pobreza no alcanzan los decibles que alcanzan en México, pero el frío le imprime un acento violento a las ropas de esta mujer, como lo hace también a la mano sin todos los dedos de la mujer que se acercó a mí hace varios días fuera del banco. O el hombre que vi en la tienda. Llevaba una camisa ligera y barata y pantalones ligeros y muy usados y zapatos sin calcetines con los tobillos a la intemperie. Miraba de un lado a otro como buscando permanentemente alguna cosa. No s`e por qué, me pareció que `el también era mexicano. Y yo no sé nada, todavía, de la desesperación. Desperdicié diez dólares de la manera más est`upida, escribo desde el calor de un espacio confortable, la televisión está encendida en alguna parodia política gringa, y acabo de cenar. La incertidumbre, esa sensación feliz de pánico y sorpresa ha sido reemplazada poco a poco por un orden y un trabajo y hoy, una sensación de distancias insalvables.

LUNES.

Todo está aún iluminado por la promesa de lo que no sé. Hay islas, pequeñas, sólo eso. La banca verde fuera de Runnymede Station, el trayecto en metro hasta Coxwell, los mismos nombres anunciados por la misma voz en los mismos tonos y las mismas imágenes breves bajo luces sutilmente distintas tras la ventana, cuando el tren se asoma a la superficie de la tierra. High Park. Otoño. Dundas West. La calle larga detrás del estacionamiento subiendo una pendiente sin árboles, una calle llena de graffittis, imágenes de políticos dientones y mujeres huesudas o voluptuosas y actrices de los cincuentas a blanco y negro y rostros adoloridos superpuestos con aerosol. Luego Broadview. El puente, y una imagen de calendario con árboles y arroyos, y otoño rojo y dorado, y detrás los edificios corporativos y CN Tower. La tienda, amarilla, helada. Las puertas automáticas y transparentes. St. George y las viejas bibliotecas y hiedra enrojecida, y Josefina en el puesto de hot dogs. Dufferin Station y el café internet con el chavo oriental que me reconoce y me sonríe.

Pero una ciudad no es sus siluetas bajo la luz. Es el tejido profundo de las personas. Esa es la verdadera nueva tierra, nuevo mundo. Nada ha ocurrido todavía. Todo está a punto de ocurrir.
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Tuve ratos felices en la chamba. Vaya uste a saber. Hacía un chingo de frío. Así que me mantuve en movimiento (todavía me duelen los músculos al final de las jornadas y me duermo molida y ligeramente orgullosa). Hubo pequeños momentos eléctricos debidos a pequeños contactos y pequeñas sonrisas. Y además, una reconciliación completa con C. Lo perdono por no haberme querido (jojojo). Es imposible enojarse mucho tiempo con un hombre tan hermoso, un hombre con esa sonrisa y esa voz. Así que lo perdoné por no enamorarse de mí y decidí no enamorarme de `el, por supuesto. Y me sentí libre y dulce y a ratos feliz.

MARTES.

Hoy, luchando con una bolsa de 120 litros de basura, me pregunté seriamente qué chingados hago aquí. Trabajando en la limpieza de un pinche supermercado donde siempre hace frío y no puedo elegir la música que escucho (extraño mi música). Y hay, por supuesto, razones. Pero hoy me pregunté, qué necesidad. El día fue helado y gris. Helado. Como a las 5 de la tarde, cayeron en medio de la llovizna algunos copos de nieve. D. gritó: is fucking snowing!!! y corrí a asomarme hacia fuera y flotaban fragmentos delicados y pequeñitos. Una nueva corriente atravesó mi espalda. No era una nevada sino la promesa de una primera nevada, y era suficiente. Me sentí feliz de nuevo.

jueves, 16 de octubre de 2008

Tiempos laborales

8 horas del dia ocurren todos los dias en el pequenio mundo del supermercado. Me ando moviendo todo el tiempo, pero muchas veces, me gustaria detenerme y platicar, por ejemplo con C., que es manager y tiene un vistoso tatuaje en el cuello y la nuca y la mirada fija y un poco dura, y grita muchisimo, y tiene un sentido del humor abusivo y dice fuck, todo el tiempo. Uno de mis primeros dias en la chamba estaba en la parte trasera de la tienda, a donde llegan los proveedores con sus grandes camiones para entregar mercancia, y vi a C. gritando como maton newyorkino a alguien afuera: What the FUCK, GET THE FUCK AWAY FROM MY STORE RIGHT NOW, DON'T COME NEAR THIS PLACE!! Y yo, pense que a lo mejor Toronto me iba a mostrar finalmente alguno de sus lados mas oscuros y esperaba ver a algun delicuente heroinomano y medio ido tratando de escabullirse por la parte trasera o algo asi, pero en lugar de eso, de un camion de refrescos salio un hombre como de 60 anios y rostro asiatico y sombrero de pescador y ademanes parsimoniosos, a quien C. le seguia gritando GET THE FUUUCK AWAY FROM MY STORE, IS COREA FREE DAY, TODAY, a lo que el hombre respondia con una sonrisa serena desde un estado de animo ironico y zen, mientras C. decia cosas cada vez peores, sin ningun limite, y se aventaba lineas del tipo "Your wife doesn't get mad because she was with me all night", a lo que el coreano respondia sin inmutarse ni un poquito "Yes, she likes that young stuff". Y asi, por cinco minutos divertidisimos, que acabaron con el coreano diciendole dulcemente a C. "Hey, have a great fucking weekend", y C. respondia you should bring your kids someday, y los dos se despedian como amigos de toda la vida. Y tambien me gustaria detenerme a platicar con D. (quien, por otro lado, parece que nunca se detiene), alto y delgado, tambien con un tatuaje en el cuello y la piel roja como de vikingo y los rasgos afilados como de marinero. Camina para todos lados con rapidez y energia, siempre asumiendo con estoicismo las consecuencias del ultimo desastre sin dejar de hacer comentarios ironicos acerca de su recien adquirido status como manager (Why did I ever become one, what a fucking headache). Y tambien esta R., el viejecito de las verduras, quien se mueve suavemente empujando los carros llenos de broccoli o manzanas y lo hace chiflando con dulzura, tiene la voz muy delgada y ronca y quebradiza, y es el unico que cuida de no ensuciar los pasillos, como si estuviera cuidando de no hacerme trabajar en exceso. Creo que es originario de algun lugar de Europa Oriental. Y esta J., flaquito, no muy alto, los jeans siempre le quedan flojos y tiene una manera muy particular de caminar, con pasos largos y ligeros. Me mira, me pregunta como estoy, le pregunto como esta y me explica que esta crudo, que no se siente bien, y luego, mira, me dice senialando su cabeza, con los cabellos parados y revueltos como si se acabara de despertar, No puedo arreglar esto, me dice, le echo agua, y no pasa nada, vuelve a quedar igual. Y hay algo dulce y vital en el y en la manera en que se conecta con los demas, que me derrite un poco todos los dias, pero especialmente hoy, su cabello revuelto me hizo sonreir cada vez que me lo tope en los pasillos.

Y sigo haciendo mi chamba entre los canadienses quienes en general se portan muy bien y cuando me ven limpiando algo me dicen "Oooooh, very good job, ei? It loooks beeautyfuuuuul, just like new!, o me sonrien y comentan al pasar junto a mi, working hard ei? Y hace poco alguien se acerco mucho a mi, por detras, y susurro juguetonamente en mi oido: I'm right behind you, y yo voltee y me rei y alcance a ver los ojos azules y las patas de gallo y la nariz grande y afilada de un hombre como de treintaytantos y todo fue muy rapido asi que no lo pude ver bien, solo recuerdo la sensacion de su voz en mi oido y luego la vision breve de su perfil de mirada muy azul. Desde entonces, lo busco en todos los clientes de la tienda, porque tambien estoy enamorada de el, digo, de el tambien, por que chingados no. Y abuelitas dulces me sonrien y me preguntan, oooh, how you're doing dear? Y el super es un espacio publico tan fascinante como el metro o el autobus, pasan los rusos hablando ruso y los chinos hablando chino, mujeres musulmanas con una panioleta en la cabeza, o cubiertas con burcas que solo les dejan los ojos al descubierto, y hombres con turbantes al lado de hombres con corbata, y todas las indumentarias junto a todos los acentos. Asi que en medio de todo, aunque hay momentos en que realmente desearia estar en otro lado, especialmente si el dia es azul y tibio y yo en lugar de estar en las calles o en un parque estoy confinada a la tienda que es como un congelador, la verdad es que tambien ahi, estoy enamorada de Toronto.

Y bueno, C. mi querido C. guardia de seguridad, quien tiene una voz y una risa que llenan el espacio de manera profunda y luminosa. No es un guardia severo, mientras vigila el pasillo de la entrada platica y rie con los clientes, con el cuate de la india que vende tarjetas de credito, y su voz es algo nocturno y calido y mis oidos se han hecho sensibles a ese timbre y se han acostumbrado a buscarlo en toda la tienda (donde, por otro lado, siempre estan sonando exitos comerciales de los 80's, 90's y dos miles, y juro que voy a ser feliz cuando no me vea obligada a escuchar otra pinche y repinche boy band). No se cuanto tiempo lleva C. trabajando en la tienda, pero hace coneccion con todos. Lo he visto acercarse a ancianitas que se inclinan temblorosas sobre sus compras y tomarles las manos suavemente y decirles, hey, how are you, y ellas lo reconocen y le sonrien como a alguien querido. Hoy, por fin, platique un ratito con el en el cuarto del lunch. Parece ser que hoy fue su ultimo dia en la universidad y se gradua ya como trabajador social (vamos por muy buen camino pense mientras lo escuchaba), le interesa trabajar con chavos, en carceles. Su primer amor es la musica (ni mandadito hacer, iba pensando yo mientras tanto), toca el piano, tiene una banda llamada Di-verse integrada por un salvadorenio que rapea y una chava palestina (me presto los audifonos para que oyera una cancion y la verdad es que suenan muy bien), quiere tener su propia disquera algun dia. Cuando le pregunte como conocio a la gente de su banda me explico que en la iglesia (oooh, pero si ibamos tan bien, segui pensando para mis adentros). Asi que es religioso. Y yo aprecio el asunto espiritual pero no soy muy buena para el asunto dogmatico. Tengo ganas de seguir platicando con el. Me encanto la forma en que le apasionan las cosas que le apasionan y la forma en que sonrie ampliamente y sube el oscuro tono de su voz hablando de ellas. Me gusta la forma en que se conecta con el mundo, como queda claro en su forma de conectarse con el microcosmos de la tienda. Siempre esta platicando y riendo, verdaderas conversaciones y no comentarios banales sobre el clima, con la gente que esta a su lado, y su risa es un temblor brillante y azul, completamente azul. Le dije que el dia se me habia hecho interminable porque andaba necesitando una aspirina desde que empece la jornada en el trabajo, y el fue despues a la oficina de los managers, y me busco por la tienda para darme una pastilla de Tylenol. Mi heroe. Mi caballero de luminosa armadura.

lunes, 13 de octubre de 2008

Octubre es el mes en el que naci, y es un mes para lugares del norte, donde el otonio es el otonio y de pronto, hay por encima de nuestras cabezas un techo amarillo y rojo, que tiembla. Toda la luz es distinta. Florecen plantas delicadas al raz del suelo. Hay ardillas a diestra y siniestra y de pronto, en una claro tras una casa, hay una congregacion de cuervos, graznando, volando bajo, en grupo, de un conjunto de ramas al siguiente. Los canadienses van en bici, en shorts, con hijos, con tenis, con perros. Es lunes de Thanksgiving y es como domingo. La temperatura es tibia y el cielo, parcialmente azul. Vi a un chavo caminar al lado de su perro labrador, subir un sendero y luego, tras un grupo de arboles (pero sin esconderse demasiado) encender brevemente una pipa. Me dieron ganas de seguirlo. Cerca de la multitud, mas arriba, unos italianos jugaban una cascarita de futbol contra unos balcanicos (quien sabe de donde eran pero se llamaban entre si con esos hermosos sonidos rusos o yugoslavos llenos de yyyes y vvves y sschhsces). Jugaban con los torsos desnudos y ese era un espactaculo casi tan seductor como el otonio. Camine por senderitos lejos de todo y luego norteada como soy me dio miedo perderme (aunque no habia manera), y regrese a una zona con mas gente a recargarme en un tronco y sentir el sol en las piernas.

Anoche vi una de las mejores peliculas que he visto en mi vida (Ja, a lo mejor digo eso con mucha frecuencia, pero siempre es la verdad). "Cool hand Luke" con Paul Newman. Uf. Estoy enamorada de el. Lo he visto en muchas peliculas que me han gustado mucho y en las que el me ha gustado muchisimo, pero esta es sin dudas mi favorita. No se si califica como una "feel good movie", por eso de que muestra algo humano que parece inquebrantable en alguien a quien intentan quebrar, todo el tiempo. A mi me entristecio un chingo. Los seres mas extraordinarios de este mundo no forman parte del mundo, se mueven en las orillas y los callejones de la tierra, se portan como locos, se rebelan, se pierden para siempre en la selva, estan encarcelados porque ejercen y respiran y exudan una libertad corrosiva y el mundo percibe su amenaza y les pone grilletes en los pies. Son los santos de la tierra. Me los imagino, sombras esbeltas, y sonrisas dulces y peligrosas. Frugales, raidos, luminosos. Agiles, veloces. Los poetas, los que no usan corbata ni trajes de negocios sino el polvo sutil de muchos caminos, en la periferia de todas las cosas. Son seres ligeros a quienes obligan a llevar no uno, sino dos juegos de cadenas en los pies, para clavarlos en la gravedad del mundo. Seres capaces de escurrirse a traves de todos los candados y todos los cerrojos.

Estoy aqui, y a veces, Mexico es una mancha borrosa y lejana y apenas tangible y en lugar de las imagenes hermosas y caoticas y desesperadas e mi ciudad y de espacios como el metro donde las asimetrias se muestran con todos sus dientes amarillos en chavos que por ejemplo dejan caer sus espaldas sobre el vidrio de botellas y ensenian el torso con sangre reciente y cicatrices viejas, aqui las hojas de maple tintinean con suavidad protectora por encima de las cabezas y por todos lados hay arboles y una sensacion limpia. Y dan ganas, por que no, algunas veces, de vivir en una de esas casitas de madera de dos pisos y jardines frontales y que los ninios dibujen juegos de avion interminables sobre el asfalto de una calle sin amenazas ni sobresaltos. Ir al parque los domingos, jugar tenis. Porque ademas, aqui por lo menos hasta ahora la impresion es que la gente no parece perseguir algun frenesi de consumo sino que trabaja y vive confortablemente en medio de la diversidad mientras los ecos de muchos idiomas y muchos acentos suenan en los autobuses y el metro y las calles. Ligeramente paradisiaco todo, la gente es amable y casi angelical, y en las noticias locales los crimenes que escandalizan son que alguien grafiteo un monumento o que una rata fue vista cerca de un restaurante chino. Y yo pienso en el dolor de estomago todavia reciente por la noticia del 15 de septiembre en Morelia. Alla decapitan y tiran granadas, aqui alguien pintarrajeo una estatua. Aqui hay paz. Hay una suavidad dulce. Y entonces pienso en que esto es precisamente de lo que ando huyendo, de la suavidad dulce y la comodidad letargica. Aunque para mi, por supuesto, nada ha sido comodo ni letargico hasta ahora, y yo miro la tarjeta postal de Toronto desde la aspereza y la embriaguez de mi propia soledad y mi incertidumbre. Lo que pienso es que aqui hay cosas que pierden peso y se hacen borrosas, como el metro en Mexico. Uno puede olvidar las otras caras del mundo, aunque tambien estan aqui, en los migrantes, los que van en este metro cubiertos por el polvo de las construcciones y duermen en el asiento, exhaustos, molidos. Y los que son deportados, y los que viven bajo la sombra permanente de la deportacion. Hay gente que paga precios caros para estar aqui, y puede ser expulsada sin advertencia. No todos tienen derecho al paraiso.

La pregunta es si queremos este paraiso. A mi me atraen, por el contrario, siempre me han atraido, las orillas, los callejones de los santos y los locos y los vagabundos. Pero no he vivido ahi, sino en mis propios refugios de filigrana. Me consuela saber que puedo derrumbarlos, como acabo de hacerlo. Puedo renunciar a mi chamba e irme del pais sin preparativos ni redes, con algo de dinero prestado y una maleta empacada dos horas antes de enfilarme al aeropuerto. Y puedo llegar a otro pais con una historia inventada para los oficiales migratorios y un par de telefonos de hostales y una referencia vaga sobre Dufferin Station y el periodico de los latinos. Pero no estoy acostumbrada a mi libertad o mi valentia, y las ejecuto con inseguridad temblorosa. No tengo la sonrisa de Cool Hand Luke sino una espalda ligeramente doblada bajo pesos como nubes, ciudades lluviosas por encima de mis cabellos y mis huesos. Es solo que es delicioso asomarse a uno mismo en medio del derrumbe. Estar intensamente envuelta en un descubrimiento del que yo misma no estoy excluida. Y algo crece en mi a traves de Toronto, todos los dias, y todas las noches. Es la certeza de una vela de navegacion hinchada por el viento y la velocidad, en mis pulmones, que no se desgarra, que aguanta la rudeza aun tibia, aun tierna, de todo lo que me sucede.

Yo no tengo muchas cosas. No tengo la sonrisa peligrosa y libre y dulce de Cool Hand Luke, ojala la tuviera. Tengo una voz suave, y ademanes fragiles. Pero lo que tengo es una capacidad sin reservas para enamorarme. Asi que siempre me estoy enamorando. Y ahora, estoy enamorada todo el tiempo, de las imagenes del otonio, y las calles ordenadas, y las siluetas de las construcciones, y los graffitis de algunos muros, y los acentos y los rostros de la ciudad, una ciudad hermosa. Y me estoy enamorando tambien, como en un juego, ahora me doy cuenta, de mi jamaiquino (por lo menos aqui, ahora, y porque todo es un juego, quiero escribir MI jamaiquino), que es guardia de seguridad en el super donde trabajo. El primer dia que empece a trabajar ahi nos miramos y nos sonreimos muchas veces y para mi todo era como un juego y no importaba demasiado. El segundo dia el salio a buscarme y me pregunto de donde era y cuanto llevaba en Toronto (y yo estupidamente le menti y le dije que mi familia vivia aqui, porque llevar una semana en Toronto y sola era evidencia muy clara de que no tengo permiso para trabajar y me entro el panico), y apunto mi nombre para no olvidarlo(y me dijo el suyo, y me dijo que nacio en Toronto pero sus origenes estan en Jamaica), y desde entonces, es el unico en la tienda que me saluda y se despide de mi usando la version canadiense de Jimena (que suena algo asi como Yimina, y Yimiena y Yimieni, dependiendo de quien lo pronuncie, pero el me dice Yimina). Es, creo, un poco mas chico que yo, tiene un tono de piel muy oscuro, casi azul, y la voz oscura, con timbres casi azules. Su rostro es simetrico y parece esculpido a mano y tiene los ojos grandes y redondos y la mejor sonrisa del planeta. Asi que ya descubri que me gusta, y eso, por supuesto ha echado todo a perder porque ahora soy, de nuevo, una nerviosa ninia de secundaria. Es curioso. Uno pensaria que esos panicos microscopicos deberian desvanecerse ya a estas alturas, sobre todo despues de los grandes panicos mas recientes.

La luz ha ido cambiando y tambien los matices del otonio en el parque. Ojala tuviera camara para tomar fotos (es lo primero que voy a comprar con el primer adelanto del primer sueldo). He estado aqui suavemente tendida, suavemente enamorada de todo, de todas las cosas. Las pilas del discman acabaron de morir. Ya se fue el sol. Ahora me levanto para caminar otro rato.

sábado, 11 de octubre de 2008

Tiempos libres

Miercoles, dia libre. Sali a la calle en medio de la lluvia, y fui al Wall Mart por mi primer paraguas verde (dos dolares y medio), fui al metro, cheque el mapa y decidi caminar esta vez hacia el sur (el dia ha sido hermoso y triste). Salude a Josefina, la mujer filipina de los hot dogs, quien me sonrio. Pregunte para donde quedaba el sur y empece a caminar, a lo largo de los campus universitarios, rodeada de estudiantes humedos en el dia humedo. Hojas rojas. Hojas amarillas. Torres de ladrillo, edificios que parecen ingleses con hiedra creciendo en las paredes. A veces, algo muy bello, una construccion parecida a un castillo de cuento, a la distancia, (entonces me acuerdo de Tami, y de como adoraria ella esas imagenes, y como la extranio). Camine y camine, sin saber hacia donde, hacia donde el sur me llevara. Y hubo momentos en los que pensaba, por enesima vez, estoy aqui, estoy sola en un nuevo pais. Y momentos en los que me sentia deslumbrada, tomando poco a poco en los ojos el caleidoscopio de la ciudad. Y momentos en los que caia sobre mi una tristeza persistente y suave como la llovizna. Llegue a Bay, a la zona corporativa del centro, y me gustaron los edificios en el aire espectral del dia, tragados por la neblina. Tome un bus hacia el sur, buscando el lago, pero al final ya solo queria un cafe para escribir un rato. Aqui estoy, con un expresso, lo mas barato que encontre, y casi me tengo que ir. El dia ha sido veloz y triste, tibio y nostalgico. Estar en un pais nuevo donde nadie me conoce. Hoy me he sentido sola, me he sentido esta silueta en el metro, esta silueta en las calles, y en los autobuses. Casi siempre, la soledad me sienta, puedo disfrutarla, me siento muy libre cuando estoy sola. Me gusta pensar, mirar, escribir, a solas. Me gusta caminar, y ahora he podido caminar a traves de calles e imagenes desconocidas que tiemblan suavemente bajo el descubrimiento. He estado bien. Este es mi noveno dia, y el tiempo ha pasado muy rapido y no ha dejado de sentirse como una aventura. Pero hoy, extranio a la gente que ya quiero y que ya me quiere, la gente con la que me comunico con guinios y subtextos implicitos tejidos a traves del tiempo y la cercania, la gente que se y que me sabe, si estoy, o estan, tristes, o contentos. Aqui todo es nuevo, tambien las personas. Tengo curiosidad.

Ya es de noche. Es de noche. "No hay luz y no hay esperanza, pero espero."

2.Y luego, aun, breves ataques de euforia. Por el aire humedo y tibio de la noche que me hace pensar en la playa, y en Mexico, mientras cruzo la calle con mis bolsas del super, y siento que estoy segura, que lo basico esta resuelto, que no hace mucho frio, y despues de todo no estoy pasando hambre, y la ciudad es aun este mundo liso y sin estrenar donde ya hay islas suaves de reconocimiento, ciertas calles y ciertas esquinas y ciertos trayectos. Y lo que me da miedo, ahora, es que una rutina empiece a crecer a traves de la aventura, como un virus. Y es inevitable, los trabajos y los horarios tienden a hacer eso con las personas, ordenan nuestras vidas y hay oceanos de tiempo planificado y cuadriculado bajo otras miradas, vigilantes. Pero la sensacion del trabajo tambien es nueva, ahora me asomo a las posibilidades de la jornada dispuesta a sentir mis musculos endureciendose, a ratos. Mientras descubro la ciudad me voy descubriendo. Soy esta persona que aparece en la superficie de mi misma bajo la luz de todo lo distinto. Todo es nuevo, y tambien yo.

3 Hoy, en la tienda, y luego en el bus, vi a un indigena canadiense, entre los rostros orientales y negros y latinos y rubios, al fin, el primero de los habitantes originales de estas tierras. Estaba delante de mi en la caja del super, y lo vi comprando de la misma manera que yo, apenas lo necesario, y al final, una barra de chocolate, que se decidio a pagar solo cuando aparecio la suma total de las compras, la miro en su mano y dijo, esta tambien. Luego subimos al mismo camion. Un hermoso hombre con el cabello largo bajo la gorra de beisbol y una arracada pequenia en la oreja izquierda. La minoria absoluta en un pais de minorias.

Jueves. Fui por la noche al restaurante mexicano con Rodrigo y su hermana Alejandra y Willy, y bebi cerveza y cante a todo volumen "Caminos de Michoacan" con los mariachis y comi dos platos de pozole. Adentro, todos hablan espaniol, hay muchos mexicanos (actuando como mexicanos y no como canadienses, mexicanos desmadrosos y ruidosos y alegres), y la musica es pura banda y pasito duranguense, asi que me desconecte del resto de Toronto y me senti brevemente de vuelta en mi pais. El asunto de la tesis promete.

martes, 7 de octubre de 2008

Hoy por la maniana en el metroCada vez que un umbral es atravesado, hay otro esperando despues. No hay tiempo ni espacio para relajarse. Las situaciones estan, todo el tiempo, demandando alguna otra cosa de mi: fortaleza, o caracter, o "street smarts". Voz propia. Capacidad para partirme un poco la espalda. Llevo 2 dias en la nueva chamba, y acabo mas molida que en los peores dias de la mesereada en Mexico, no consigo salir a tiempo, ni tomar mis 30 minutos de descanso, o ir al banio, porque ando en chinga para todos lados. El primer dia 10 horas, el segundo casi 9, sin-pausas. Algo que descubri: a pesar de todo, he aqui que me gusta el trabajo fisico. Me gusta como se siente la actividad en mi cuerpo.. Cuando anochece me duelen todos los musculos, y cuando amanece tambien. Ahora puedo mirar sin romanticismo como es la jornada de un construction worker, o alguien paleando nieve, o en el roofing. Yo por supuesto, estoy aun en alguna orilla mas comoda, pero ya no estoy tan lejos, ya estoy ahi, al menos, ya estoy en la realidad. Todo lo que hay, al final, es un destello opaco, luz a traves del otonio y cosas asi, una chispa de sopresa frente al espejo, y eso es todo. Se puede sufrir (y de hecho esto no califica aun como sufrimiento), y ser feliz, simultaneamente. Intento estar despierta. Salgo molida de la chamba, pero me voy a St. George por mi hotdog de menos de tres dolares (el musico del harpa ya no estaba ahi, y su ausencia hizo palpable la forma en que la vez pasada, la musica embellecio a la calle y al momento). Veo a la gente fresa del rumbo, los estudiantes en los cafes, los jovenes cuidadosamente arreglados, y les envidio la despreocupacion, la ligereza con la que pueden flotar a lo largo de las calles. Hay un estadio universitario, y puedo ver a los chavos con sus uniformes de futbol americano, entrenando. La arquitectura, igual que los rostros, es pura mezcla fascinante, las formas mas contemporaneas se superponen costado a costado con grandes edificios de piedras pesadas, y acento clasico y antiguo. Desde el tercer piso de una enorme escuela de musica, varios chavos levantan y bajan al mismo tiempo los brazos, para golpear tambores, enormes tambores sinfonicos, y todo lo que veo son sus siluetas blancas a traves de la ventana. Y por ahi esta algun museo que parece de historia natural y a traves de pedacitos de cristal, por aqui y por alla, se ven los huesos colgantes de los dinosaurios. Pequenios parques iluminados con luces verdes que palpitan, iglesias sacadas de alguna pintura de Van Gogh. Veo en las esquinas los edificios a medio construir, los enormes esqueletos de concreto, y no puedo mirarlos sin ver ahi a todos los que los estan construyendo.
Hace rato, en el metroLa chamba es simplemente pesada, ningun romanticismo de por medio, soy el escalafon mas bajo en un sitio sin glamour alguno y para muchos, soy simplemente invisible. Pero hay un guerito gracioso (Jay) que me mira, me sonrie con simpatia, me hace platica, trata de ayudar en lo que puede, y de vez en cuando patea de manera juguetona mi carrito, o me dice en espaniol "como esta seniorita?" Hay otro, de origen jamaiquino, el guardia de seguridad, que es simplemente coqueto. La gente en general es muy amable, los clientes del supermercado pasan a mi lado y me hacen pequenios comentarios amigables, me piden perdon si chocan suavemente conmigo, y me sonrien. Los canadienses, en general, sonrien un chingo. En medio de la friega hoy si tuve, al fin, mi media hora de descanso, fui a la tiendita de la esquina por una dona y un chocolate caliente. Dios mio. Placeer. Me sente un momento con la novela en las manos (On the Road, de Jack Kerouac), pero estaba muy cansada como para leer, asi que me quede ahi con la mente en blanco, saboreando. Los tiempos libres estan completamente iluminados. Ocurren bajo una frecuencia nueva, con una intensidad nueva. Son momentos felices.

Por cierto. Yo andaria con aproximadamente una tercera parte de TODOS los hombres que veo aqui, en el metro, en el super donde chambeo, en las calles. GUAAAPOOOS. Y creo que al menos unas tres veces cada dia, a veces menos, hoy si fueron tres, me encuentro con algun hombre de una belleza tan singular y deslumbrante que me casaria de inmediato, sin preguntas. No solo la ciudad es hermosa, sus habitantes son muy hermosos, los hombres y las mujeres.

viernes, 3 de octubre de 2008

Tengo el mejor roomate del mundo. Vivo con gente buena y generosa. Rodrigo me ayuda en todo, me deja sentirme en este lugar como si estuviera en mi casa, y me tiene confianza como si nos conocieramos desde hace anios. Ahora escribo desde su computadora. En este barrio lleno de arboles, sintiendome segura. OK. Siguen las cronicas:
Ya no me acuerdo donde ni cuando escribi esto

Hable al anuncio y el hombre hablaba con mucha dificultad el ingles desde un acento que al principio me parecio hindu, me dijo como llegar a su casa, y yo pense que iba a llegar a la casita de una familia hindu. Me baje en Keele y tome el TTC, y baje en la esquina acordada y de pronto, Canada agarro una densidad nueva, el barrio estaba lleno de jamaiquinos, y grafittis, habia una sensacion ruda, que me atrajo, y me dio un poco de miedo. Llegue a la calle e instintivamente toque el timbre en la casa mas bonita y femenina, pero era un error del inconsciente y cuando cheque el numero vi que la casa era otra que se veia mas descuidada, desde la que me hacia senias, pegado a la puerta, un hombre maduro de ojos azules. Yo habia imaginado a un hindu, y me recibio un hombre blanco y alto y fornido, en chanclas y calcetines y una camisa de franela y jeans, y una sonrisa dulce, y antes de que me enseniara el sotano me pregunto de donde era, y cuando yo le pregunte, me dijo Rusia, y me emocione y senti que eso era perfecto. Si algo me ha fascinado en la vida (aparte de la idea vaga de Africa), es la idea vaga de los rusos, y sus temperamentos y su sensibilidad y mi adorado Dostoievski y el sitio de Stalingrado y aquel compositor tocando en medio de la guerra para los soldados sitiados y exhaustos, y cosas asi, imagenes inevitablemente romanticas. Me dio gusto, en fin, que fuera ruso. Bajamos al sotano y estaba sucio, y oscuro, olia raro, y producia una sensacion deprimente. El hombre me explico que ahi vivian un cubano y un italiano y que eran dos hombres y por eso no estaba muy limpio. Me imagine el invierno ahi y pense que si de por si era dificil, ahi iba a resultar simplemente triste. Me mostro lo que habia, y trataba de convencerme con su hermoso acento y su hermoso ingles casi doloroso por el esfuerzo, que el me conseguia trastes si no tenia (y no tengo), y una tele (que por supuesto no tengo) para ver el cable en mi cuarto, un cuarto lleno de manchas de humedad. Y me imagine limpiando aquello y poniendole flores y postales en la pared y pense que a lo mejor no era tan malo (a pesar de los olores), y estaba desesperada porque los lugares a los que habia ido estaban caros y muy lejos del centro, y a mi me urgia irme del hostal para dejar de pagar noches caras en Toronto, asi que le dije que si, nerviosa, y el me dijo que podiamos ir por el dinero de una vez, para que me diera la llave y me mudara en cuanto quisiera, y le dije que si, y ya estaba arrepintiendome, y entonces me pidio un minuto y entro a su casa, y salio luego con un traje negro, y todo el parecia parte de una novela rusa, con su manera de usar el traje elegante ligeramente raido, y su manera de caminar, y atravesamos el patio trasero de su casa, que estaba lleno de trebejos y tampoco olia muy bien, y luego el abrio la puerta desvencijada del garage y saco una camioneta negra, que tambien estaba llena de trebejos y tampoco olia bien. Mientras ibamos en el coche le conte que una amiga mia estudia ruso, y que sabia algunas palabras, como Paka, y el me corrigio porque la pronunciacion es enteramente distinta, y a su manera seca y fria y dulce al mismo tiempo, dulce de una manera latente y casi inexplicable, me fue contando pedacitos de su vida, y a veces tartamudeaba del puro esfuerzo para hablar en ingles, y yo iba sintiendo una ternura cada vez mas grande por el, sintiendo que ese barrrio, y esos migrantes, me gustaban, mas que las zonas nice de Toronto. Me platico que su familia sigue en Rusia, que sus hijas estan alla, y que el lleva mucho tiempo luchando por arreglar los papeles para que se vengan a Canada, pero que eso esta cada vez mas dificil. Y desde el momento en que le pregunte por su familia senti como le cambio la voz, y habia, de esa manera rusa, una tristeza infinita en la voz sin acentos ni gestos expresivos evidentes. Me conto de una ucraniana a la que deportaron luego de vivir mas de veinte anios en Canada.Entonces, yo voy a ser la unica mujer en esa casa, le pregunte, y ahi encontre mi salida, porque desde el principio el estomago me decia que no queria vivir ahi, que me iba a morir de tristeza en la sensacion abandonada y sucia de la casa. Le dije que no me sentia comoda siendo la unica mujer, que si me podia arrepentir. Y el, de esa manera rusa que es dulce de maneras implicitas y poco evidentes, dio la vuelta y me llevo de regreso a la parada del bus, y me dijo que no habia problema. Y en su ingles adolorido por el esfuerzo me dijo que si no encontraba nada mejor, que lo llamara y haciamos el trato, y que si no, no lo llamara, porque las llamadas cuestan dinero, y el sabia que yo no tenia mucho. Y yo sabia que el sabia, y que me entendia por completo. Y supe que yo queria a ese hombre, pero me baje del coche y el siguio el camino de regreso a esa casa de la que estan las mujeres desterradas, involuntariamente, en Rusia. Y ahora que me acuerdo, me encanto la manera en que el dijo "Roosschaa", como ruso, y los ojos brillantes felices (de esa manera rusa): asi como yo digo Mejico, y no Mecsicou cuando en hablo en ingles sobre mi pais, y los ojos, a lo mejor, tambien me brillan involuntariamente.

Ayer, en el metro

Hay angeles sobre mi cabeza. Todo el tiempo. Siempre que el panico llega sobre mi, con la idea de quedarme sin dinero en un pais extranio, ocurre, por ejemplo, que la ciudad despliega su belleza, y un edificio, o un musico en la calle de rostro afilado y mirada muy suave, tocando un harpa pequenia, y luego, un hot dog por dos dolares, un super hot dog gigante al que le puedes poner aceitunas, y pepinillos y todo tipo de cosas, y la sensacion de mi primer comida caliente y entonces parece que todo va bien de nuevo, y le doy dinero al musico (por que no, chingaa), y tambien al chavo que tiene rostro de migrante y me dice en buen ingles que si tengo 25 centavos y yo de hecho cuento los centavos (de la manera mas literal posible), pero estoy mas consciente que nunca antes de lo que es la precariedad, y lo miro, y veo sus ropas sucias, y lo entiendo, y el en lugar de decir Thank you dice gracias y me quedo pensando en que a lo mejor es compatriota (y nada feo por cierto). Me voy a buscar Chinatown con la idea de que los chinos lo tienen todo mas barato y en una de esas tambien los celulares (que ingenuas han sido algunas de mis decisiones en esta ciudad). Y camino por una zona universitaria y de pronto veo a los chavos en los bares y oigo al pasar frases de gente que dice, por ejemplo, que quieren una clase sin tareas para que se puedan concentrar en disfrutarla, y quizas tienen razon y se mientras lo pienso que soy injusta, pero los siento superficiales, y comodos, como si los migrantes que se parten la espalda estuvieran de algun modo mas cerca de algo vital y verdadero que estos chavos con sus acentos involuntariamente fresas, y ropa cara, y look fashion, y vidas ad pepetuum confortables. [Mare bella: si lees esto, estoy comiendo bien, lo prometo, lo de la primera comida caliente es nomas para dramatizar el asunto literario}

Hoy en la silla de una pequenia cafeteria

Estupida. Anoche hable por enesima vez al numero anunciado en el periodico de los latinos al hombre que vendia un celular en 30 dolares. Habia preguntado y no me vendian ninguno por menos de 120, mas activacion, mas credito, o sea que casi doscientos dolares, y entonces el negocio por treinta sonaba atractivo. Y me contesto alguien, a las 9 de la noche (y yo deambulaba por el barrio chino), y su acento me gusto, me parecio que era algun mexicano de alguna zona rural, eso fue lo que me imagine al oirlo, y me dijo que podia ir al dia siguiente por el celular y le pregunte si podia ser de inmediato, y el me dijo que si, y me hizo repetir varias veces las direcciones para llegar a una gasolinera donde tenia que hablarle nuevamente para que me recogiera. Y yo me meti al metro corriendo otra vez, sintiendome fuerte y chida y pensando en que si habia conseguido ya un cuarto increible y centrico y barato con gente buena, entonces tambien iba a conseguir un celular barato de algun mexicano que iba a entender a una mexicana recien llegada (todavia no tengo trabajo, le dije en el telefono cuando el me ofrecio tambien televisiones y otros chunches, aaah, asi que todavia estas amolada, me contesto). Y el maldito autobus tardo anios en pasar, y luego subio y subio y subio por una calle interminable a lo largo de muchisimo tiempo, y hacia muuuucho frio, y Toronto, lejos del centro, de noche, hay zonas en las que parece que todo es simplemente negro y solitario y casi desertico (la sensacion cambia durante el dia, donde todo es nuevamente bonito y primermundista con arboles y hojas maple amarillas meciendose en el viento). Llegue luego de lo que parecieron siglos a la mentada gasolinera, y me moria de sed, y de frio, y ahi no habia personas, ni coches, como para preguntar donde chingados estaba. Hable por telefono y nadie contesto. Hable otra vez, y me contesto el mismo acento espaniol que yo crei de campesino mexicano, y el hombre me dijo que iba por mi. Solo estaban las luces de la avenida descampada y las luces de la gasolinera, y hacia muchisimo frio. Luego pense en que no habiamos dicho ni como me veia yo, ni como era el, y si iba a llegar caminando o en coche, y habia dos gasolineras, una frente a la otra, asi que me puse en medio en un lugar visible, vigilando a todos los peatones, a todos los coches, helandome a lo largo de minutos que no terminaban nunca. El hombre llego en coche, me dijo subete Jimiena (siempre me dijo Jimiena), y yo me subi, entendiendo que aquel era el modo canadiense de hacer las cosas, incluso entre no-canadienses, y de la misma manera en que mi nuevo roomate confio en mi de inmediato y me dio la llave de su casa, yo confie y me subi a la camioneta del desconocido. Estaba caliente ahi adentro, eso era suficiente. Fuimos a su casa (una casa muy grande, y muy bonita), y entramos sin zapatos (asi son, tambien, los canadienses), y el me mostro los telefonos. Los dos, en ese sentido, eramos igual de ignorantes. Si yo no entiendo nada de telefonos mexicanos, no tengo la menor idea de lo que me puedan estar vendiendo en Canada. Pero el hombre fue honesto, me dijo, no se si sirvan, mira, este si prende (y lo vi, y todo parecia funcionar a la perfeccion, aunque el modelo se veia raro), y este otro no marcha, pero lo puso a cargar y una luz empezo a encenderse y apagarse. Te los dejo los dos, en veinte dolares, porque la verdad es que no se si funcionan. Y yo pense que funcionaban, y acepte, y todavia, a esas horas de la noche, le pedi agua, y el me ofrecio ademas dulces, y me dio consejos, y hablamos un rato, el es de Bolivia, su familia esta aqui, lleva mas de veinte anios en Canada. Me miraba con una ternura paternal, y me decia que seguro si encuentro chamba, y me daba consejos, y me decia que le hablara por telefono alguna vez, para platicarle como me iba yendo. Se llama Alex. Regrese a la calle y ya eran casi las doce de la noche y el frio era una cosa oscura y aguda. En fin. Llegue a la casa pasada la una, tratando de acostarme sin despertar a nadie. Cai como piedra. Hoy por la maniana Rodrigo mi nuevo companiero de casa me explico a donde ir para checar los celulares, y resulto que ciertamente, ninguno me servia. 20 dolares menos, y mucho tiempo y mucho frio, desperdiciados. Asi que tuve que comprar la version barata de un celular canadiense nuevo que en terminos mexicanos sigue siendo una version carisima. Pero ya tengo telefono. Requisito indispensable para el asunto de la chamba.

Hoy una mujer jamaiquina de unos cincuenta anios, usando un vestido y un swetter ligero y sucio y un par de calcetas tejidas no me soltaba en la calle al salir del banco, exigiendo una y otra vez que le diera 5 dolares, que le diera 1 dolar, y no me gusto, pero le di un poco de dinero, porque le faltaban varioss dedos de una mano, y estoy segura de que los perdio porque en algun momento se le congelaron por el frio, viviendo en las calles.

Anoche vi el rostro oscuro de una mujer negra, joven, muy bonita, sin uno de los dientes frontales, que hablaba por telefono iluminada por completo a causa de alguna emocion feliz.

Todo el tiempo hay estimulos e imagenes nuevas. Todavia estan coloreados los dias por la novedad de todas las cosas, todos los recorridos, y los rostros, y las conversaciones.

Aqui hay dos rubios que parecen de lo mas altaneros. Entraron con dos trabajadores. Los trabajadores, con los jeans sucios, usando cascos, llenos del polvo blanco de algun sitio de construccion, pidieron un expresso (uno de ellos, de ojos azules, le dijo en un espaniol que me sono mexicano al otro: quieres cafe, y el otro, mas joven, asintio con la cabeza), se lo tomaron muy rapido y se fueron seguro de regreso a la friega, y el mas joven dijo Gracias (Gracias, en espaniol, en lugar de Thank you) a la chica rubia del mostrador, y me parecio guapo, y me enamore un poco de el. Y estos dos rubios, llevan aqui un ratote, platicando de manera ruidosa y estupida, y seguro ganan mucha mas lana que los otros dos que se tomaron su expreso en menos de un minuto, parados frente al mostrador, en silencio. Me estan cayendo muy mal estos dos rubios, alcance a cachar algo que decian (uno hablaba ruidosamente y altanero, y el otro respondia ruidosamente y altanero): "I told him, you can't come inside anymore in here, this is MYYY place, you have to show me some respect. Because he's a pawn, he's just a pawn, they're just a different breed, stupid is what that breed is called." Y yo los veo, sentados por horas en su laaargo descanso, tratando de impresionar con la voz alta y ademanes exagerados a la mesera del cafe, y me parecen estupidos, sin remedio. Pobres. Que sensacion facil de poder en la que se regodean sin merito y sin razon alguna. Pobres. El mundo que a mi me interesa esta del otro lado de la frontera que divide a los que bebieron silenciosos y de pie la version mas fuerte y barata del cafe, de los que se extienden con languidez sobre la silla abriendo bolsas de golosinas y discutiendo el futbol. De eso, estoy segura.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Primeras cronicas

OK. Estoy en Dufferin Station, la zona mexicana de Toronto, y aqui hay un cafe internet. De pronto me entraron muchas ganas de sentirme conectada con los que estan alla, asi que lo que pueda transcribir en 20 minutos y hasta ahi. Para mantener informados a los posibles interesados.

Avion Mexico-Toronto 30 de septiembre del 2008
Sonambula. Tensa. No se aun a que hora me voy a relajar, por completo. Pero no es esto dulce? He visto miles de veces aviones desde trayectos repetidos cientos de miles de veces al raz de la tierra, como metaforas del cielo y de una aventura, por lo menos una, para mi. Ahora estoy aqui. Estoy volando. Y no se exactamente que me espera, de hecho, no lo se en lo absoluto, y es como si yo fuera el personaje de una pelicula, o me viera desde el barandal de un sueno (sueenio, este pinche teclado no tiene enies). Y lo que tiene que ocurrir, ahora, es que tengo que echarme hacia atras, solo hacia atras, un momento, y saborear la incertidumbre. Saborearla. Saborear la libertad. Hace mucho que no tenia tanto miedo, y hace mucho que no era tan libre. Estoy escuchando a Bob Dylan. Quizas suceda que, si uno hace cosas valientes, acabe resultando que uno es valiente. Si hacemos cosas que nos demanden fuerza y resistencia, resulte quizas que al final si somos fuertes. Esto se siente como un umbral, sola, camino a un pais nuevo. Y todo comienza con un nudo en la panza, con el musculo que esta sobre el omoplato derecho completamente agarrotado y los ojos rojos de cansancio por dias interminables de incredulidad, y el peso de un acelerador violento arrastrando el pie, un mes por delante de todos los preparativos o los planes.

Mi familia. Mi mama, mi papa, mi hermana, se movoieron generosamente para que yo escriba, ahora, a miles de metros por encima de la tierra. Y me dejaron venir, sola, sin itinerarios definidos ni instituciones como colchones. Y se desprendieron de la angustia, y se despidieron de mi con carinio en el telefono. Y mis amigas siempre estan extendiendo sus alas sobre mi, siempre. Asi que todo esta iluminado por esa calidez dulce, de gente a la que quiero y que me quiere. Ahora no hay refugios, pero los refugios hicieron posible todas las horas que vienen, a la intemperie. Y si esto cuesta, tanto, no hay que desperdiciarlo. Hay que paladearlo, despacio, y rapido. Hay que ser fuerte, y suave. Sonreir, y apretar los dientes, cuando haga falta. Y dejar que la medula de la espina dorsal sea simultaneamente de piedra y de mar, de madera y de rumores y mecimientos y danzas flexibles contra el viento.

Sonreir, y dejar que nos sonrian de regreso. Estoy aqui. Esto es real. No es una pelicula, ni un suenio, ni una fantasia laboriosamente tejida con los ojos abiertos sobre el techo o las rutas imaginarias. Es real, y soy la persona a la que le esta pasando.

Aeropuerto Internacional, unas seis o siete horas mas tarde

No habia dormido, y la tension me habia dejado deshecha, pero solo cerre los ojos algunos ratos. Fue un viaje demasiado corto, chingaa. Breve, y muy hermoso. Bob Dylan, y luego Goldfrapp, una y otra vez, el firmamento, limpio, a traves de la ventana reducida, la ciudad de Mexico, interminable, luces simetricas como ejercitos de luciernagas hasta el infinito. Luego, luces solitarias, temblorosas, que yo creoq ue eran barcos, y la noche estuvo llena de enigmas parecidos. Luego, me fui quedando dormida, oyendo a Goldfrapp, y cada cierto tiempo, algo me urgia a abrir los ojos y pegar nuevamente la nariz a la ventana, y entonces, otras ciudades, como manchas de tinta luminosa con charcos y largos escurrimientos, hilos delgados y lagunas de luz, y tramas complicadas y caprichosas. Y yo no sabia si eso ahi abajo era todavia Tijuana, o ya algo asi como Los Angeles o Atlanta. Ciudades como animales, como libelulas, y como serpientes.

Luego nubes, como alas tambien, o como harapos que alguien dejo flotando, y la linea anaranjada del horizonte (una sola linea curva y vasta), la amenaza del amanecer y una linea azul antes del cielo aun estrellado y negro y limpio. Y ya. Mucha neblina. Lluvia. Toronto. Yo no queria aterrizar, todavia. Pero ya estabamos ahi y mi boca seca por todo el asunto de la entrevista en aduanas. Y con el primer entrevistador me temblaban las manos, y con el segundo, que reviso mi cartera papelito por papelito, y conto mi dinero (yo dije 600, luego 500 y resulta que solo habia 400 dolares) me temblaban menos, y al final el hombre me sonrio y yo estaba del otro lado. Preguntando como hacer todo, encontrar mi mochila, hablar por telefono. Y le pedi a una mujer venezolana que cuidara mis maletas y luego ella y su hija y yo ibamos a tomar el bus juntas. Hable con mi mama para avisarle que todo iba bien y teniamos muchas ganas de decirnos muchas cosas, pero todo lo que pude decir era que llovia y ella se preocupo, de nuevo.

Y las venezolanas y yo tomamos un te juntas y la que realmente me cayo bien fue la mama, Ligia, dulce y vital y pegando siempre, como yo, la nariz a todas las ventanas. Y me ayudaron a tomar el bus, con el conductor maduro de ojos azules y de acento mas canadiense que alguna vez haya existido, quien debia dejarme muchas cuadras en otro lado pero me dejo casi a la entrada del hostal, porque llovia y me vio luchar con las mochilas. Un hostal funky, tanto por las imagenes como por los olores, donde hay sillones de distintos colores y una sala con una mesa de billar y un letrero anunciando "every friday and saturday new bands and djs", y dos mujeres muy jovenes y rubias hablan aleman entre ellas, y yo me muero de suenio y los ojos se me cierran escuchando algun talk show en ingles, y casi todos aqui parecen salidos de la prepa, pero acaba de entrar y salir un hombre narizon, rubio, con grandes tatuajes todo alrededor de los dos brazos, y me gusto, por lo menos, su nariz, y ya no puedo hablar, de los arboles a traves de la ventana del autobus, que se sienten distintos y empiezan a ser amarillos. Y la ciudad, ordenada, hecha de trazos claros y edificios a ratos curvos y hay una sensaciopn limpia, y de pronto, el lago, agua hasta el otro lado y un oleaje suave y gris bajo la lluvia, y un par de albatroces peleando con el viento. Y ahora voy a dormir, sobre este sillon, delicioso, acolchonado, porque mis ojos ya no pueden con su alma.

HOY POR LA MANIANA, EN LA BANCA DE UN PARQUE

Dormi un rato en el sillon, y espere estupidamente a la 1 de mi reloj, pero ya eran las dos en Canada cuando me registre, y subi mis cosas al cuarto y tuve dos o tres ataques de panico, sali a caminar unos minutos, regrese, intente hacer algunas llamadas (viendo con panico como se acababa el dinero en la tarjetita que compre), pero solo habia mensajes de contestadoras y busque otra vez en internet (en una computadora dolorosamente lenta, en el hostal), escribi correos a gente que renta cuartitos, y sali a buscar algo para comer, entre a una tienda y me apanique al ver los precios de todo, y me compre un gatorade porque me sentia deshidratada y un chocolate gigante y decidi sobrevivir con eso el resto del dia, y camine hasta un parque donde se nota ya un poco la belleza del otonio, y comi mi chocolate viendo a canadienses trotar en shorts y pasear a sus perros, y cada dos o tres minutos tenia un ataque de asombro, ante la idea de lo que estaba haciendo, y regrese al hostal, hice otras llamadas, y solo pude ponerme de acuerdo con dos personas (los canadienses son seres amables, angelicales, casi), pero las dos personas viven lejisimos, y solo pude ir a un lugar y fueron muchos buses y trenes y como hora y media de camino, ya de noche, una sensacion descampada a traves de las ventanas, y de pronto, conjuntos de enormes edificios de condominios. Me baje del ultimo bus (TTC se llama aqui la version primer mundista y roja y con aire acondicionado de nuestros micros de alla en chilangolandia) a buscar la calle y no sabia para donde caminar y el chofer del bus se detuvo a mi lado, abrio la puerta otra vez, me subio de nuevo, reviso conmigo las direcciones que habia garabateado yo de manera confusa en una hoja de papel, me presto su celular para llamar a la duenia de la casa (nadie respondio el telefono), detenido con el semaforo en verde y pasajeros adentro, y nadie protestaba, y todos , de nuevo, angeles de ojitos azules. Acordamos que no sabiamos a donde tenia que ir, pero le asegure que estaba cerca y seguro llegaba y el me sonrio de nuevo y me dejo bajar otra vez y siguio su camino.

La mujer que renta el cuarto es Carlita, filipina, tiene un hermosisimo hijo de unos dos anios, un cuarto con mucha luz en un barrio bonito aunque lejos de todo.

Y luego, me perdi durante el regreso (tambien espere horas por el TTC equivocado durante el viaje de ida), y estaba exhausta y cada vez que cerraba los ojos irritadisimos por el cansancio me dormia por completo a lo largo de un minuto hasta que la adrenalina de la siguiente estacion me despertaba, y tuve que preguntar a todo el mundo como pagar y donde subir o donde bajar. Y los rostros son todos tan distintos entre si que no puedo dejar de mirar. Y de todos, recuerdo a un negro guapisimo como de mi edad, que me dio las direcciones exactas asegurandose de que entendiera como hacerle para llegar a St. Andrews Station, y me sonrio y me miro a los ojos acercando su rostro ligeramente al mio de una manera tan deliciosa que casi me enamoro. Y luego, sali del metro y me perdi, y camine dando vueltas mas de una hora, por algunas de las calles mas interesantes del centro de Toronto, maldiciendo mi suerte porque estaba cansadisima y moria por una cama, pero feliz por mi suerte porque de pronto un bar desde el que salia algun rock en vivo, o un graffitti, o la escuela de Disenio (un edificio increible y lleno de colores, como de otro planeta), y un mural pintado en la pared, y Toronto, Toronto, Toronto, tan tan bonito. Y los personajes. Chavitas con vestidos primaverales en el aire frio saludando a los pasajeros desconocidos de un coche, y yuppies canadiense discutiendo algo con entusiasmo y dando grandes zancadas, y hermosos hombres y mujeres con todos los rasgos faciales del planeta. Y un hombre al que le pregunte en ingles me respondio en portugues como llegar a Spadina St. Y por todos lados, hay, aun, gente buena. Y todos los rostros son distintos entre si, y yo no puedo dejar de mirarlos, a todos.