miércoles, 2 de abril de 2008

claraboya número uno

Todavía juego, todavía sueño. Todavía hago pantomimas, pequeños monólogos frente al universo, que nadie mira, porque no hay nadie, porque no hay ecuación, porque los términos son imaginarios. Todavía espío. Todavía ofrezco el pecho a mis desilusiones cotidianas. Pero, chingá, aprendo, deseo fervorosamente estar aprendiendo. Que lo único real es lo que ocurre, cada momento que comienza, que los sueños no son la semilla de árboles ni bosques, que son sólo humo destinado a disiparse.

Afuera el mundo late. Yo escribo, evasora, desde la computadora de una oficina. Escribo. Este es mi tragaluz.

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