Se nota la diferencia entre quienes son de la Ciénega o los ranchos cercanos, y los que llegan de fuera a trabajar en las huertas de aguacate. Hay códigos implícitos, maneras de respetarse, maneras de mirar y de saludar y responder a los saludos. ¿Creció usted, amable lector cobijado por un código, por un lenguaje que no necesita hablarse? ¿Tiene usted raíces que lo atan a la belleza de un paisaje, la cadencia singular de unas calles, un ritmo pautado para el transcurrir del tiempo? En las orillas de los centros del mundo, en todas las orillas, la gente se cría bajo un paisaje, callecitas, callejones, abuelos y abuelas, camiones traqueteados anunciando productos de belleza a través de megáfonos prehistóricos, fervores y fiestas, peregrinaciones y santos. La gente en esas orillas tiene un lugar en el mundo, es un lugar dibujado claramente bajo las nubes y bajo las estrellas, es un lugar con coordenadas y símbolos irremplazables. En los centros se difuminan las coordenadas, se difuminan las raíces y las familias, la vida se ordena y se silencia, no hay música en las calles, las casas están pintadas con colores pálidos, casi mudos, y en los centros neurálgicos veloces todo se compra o se paga, se trabaja febrilmente para consumir febrilmente, la gente no tiene un lugar en el mundo, apenas tiene, con suerte, una imagen, que debe esculpir y re-esculpir de acuerdo al dictado del último anuncio en las revistas de moda . Lo único que le da sabor e identidad a esas ciudades de marquesina son sus propias orillas, sus migrantes, la gente que llega cargando sus códigos y sus recuerdos y sus perfumes y su música, y también aquellos que con libertad creativa se salen del eje para ser otra cosa, algo más parecido a ellos mismos. Con una especie de ceguera hostil, vueltos permanentemente hacia sí mismos, presos de una compulsión aséptica, hay quienes quieren imaginar su mundo como una línea suburbana que sea la repetición de sí misma en todas partes, casitas iguales, porches iguales, jardines frontales bien podados. Las reglas de la frontera dictan: productividad, corbata, portafolio, y de preferencia, dinero. Si por el contrario no tiene usted mucho más que ofrecer que la riqueza de sus colores y sus canciones, apriete los dientes. Ojalá no hubiera desesperación en las orillas, y la gente no tuviera que irse nunca a tocar la puerta de esas ciudades blancas, para que haya quienes los miren con desprecio, con racismo. Aquí estoy también, tocando la puerta. La única razón por la que me siento atraída hacia Toronto es porque está llena de migrantes, y gracias a eso, una vida y un alma le corren en las venas. Si no fuera así, encontraría insufribles el invierno y los horarios y las calles silenciosas y bien vigiladas.
Llegó nueva carta de la oficina de migración canadiense. Quieren más fotos de J. y yo en Canadá, y quieren alguna prueba escrita de que vivimos juntos, como una cuenta conjunta en el banco, o un contrato para rentar una casa. Esto último es imposible (y, chingá, ellos lo saben) porque nunca fui residente, y no tenía derecho a abrir cuentas de banco o firmar contratos. Fotos de J. y yo con alguna imagen reconocible de Canadá en el fondo hay muy pocas, porque nos gustaba tomar fotos de las escenas y los paisajes, pero no somos de los que se andan retratando enfrente. Había fotos con el invierno y la nieve, pero el primer día que regresé a la ciudad de México me asaltaron y junto con la cámara perdí imágenes que no había descargado en ningún lado. Apretando los dientes con coraje, ya les enviamos mails privados, todo tipo de fotos en las que aparecen también nuestros amigos y nuestras familias, radiografías, pruebas de orina, currículum detallado. No es suficiente. La carta dice que si no envío esas pruebas en los próximos 30 días, mi expediente será evaluado tal y como está, y corro el riesgo de que mi petición sea rechazada. Cuánta impotencia. Tengo ganas de decir, quédense con su pinche frontera, y su país (tan despoblado, además), que yo, desde siempre, tuve el mío, y ahí, hay abundancia de cielo, hay sol todo el año, hay fiestas y misterios, hay tradiciones y cuetes, hay procesiones y música, hay paisajes y hay, en cada comunidad y en cada barrio, un lenguaje cifrado. Sólo espero que mi esposo y yo podamos estar, el uno para el otro, por encima de la angustia y el desgaste y la espera.
Después de la descarga encorajinada, aquí les dejo un videíto. Calle trece no me hace muy feliz, pero esta canción, sí que sí.
https://www.youtube.com/watch?v=B0cVKmkYamU
6 comentarios:
Hola J.:
Definitivamente, hay un patrón ya determinado para paisanos o citadinos.
La de Ustedes parece una gran historia de amor; Mr. Burócrata hará lo imposible por separarlos.
Les pedirán pruebas impositivas, bancarias, crediticias: la cuota de sangre hecha papel.
Por cierto, el vid "no está disponible", para mi país.
¿Qué me pedirán, para poder verlo, pasaporte?
Saludos y fuerza.
Daniel.
Don't give up. V and I went through hell in Juarez trying to prove that we were "real." We printed hundreds of emails. We had very little amount of photos. He came to the U.S. with a fiance visa.
Perhaps friends in Toronto can write a few words stating that you two are "real." Gosh, I would even go as far as to print every chat conversation (i'm sure there's a way). Can you return to Toronto and visit the embassy with your husband. Sometimes seeing you together has some influence.
I think they almost make it impossible so you can give up. I hate to sound corny, but love will find a way.
Hang in there.
Daniel, "la cuota de sangre hecha papel", yo no lo podría decir mejor. Es una paradoja que en un mundo cada vez más interconectado, las fronteras que dividen a los seres humanos se vuelvan cada vez más impenetrables. ¿No te dejan ver calle 13 en Argentina?, tchh, eso también es una lástima :(
Gracias por pasar por aquí.
Trying, you don't know how comforting it is to hear a voice of empathy and solidarity from the distance. We are taking your advice, and my husband is getting letters from his family stating that we are "real". I'm not supposed to get any kind of temporary visa into Canada, and our case is being reviewed by migration officers at the Canadian embasssy in Mexico City. It's kind of scary to think that all that is real for them is only what is "proven" in paper, and it all depends on the interpretation of an obscure burocrat. What I'm sure of, and has brought me peace, is that either in Canada or Mexico, my husband and I will eventually be together.
THANK YOU SO MUCH!!!
Sabemos lo que sientes porque estuvimos en el mismo infierno.
A mi me dieron dos citas, en la primera me trataron muy mal, me hicieron esperar horas de pie en un patio para al final hablar 2 minutos conmigo: un empleado rudo que practicamente no me dejo decir palabra me dijo que no tenia caso habar conmigo hasta que la proxima mañana me presentara con Trying y todas las fotos, cartas, contratos y documentos que pudiera para probaar nuestra relacion.
Al otro dia acudimos los dos y tras horas de esperar de pie en el miemo patio, el mismo empleado nos recibio un legajo de mails y un puño de fotos (no eran más de cinco por las mismas razones que no tienes fotos con tu marido). Friamente, medio leyó el primer mail de la pila y me dijo:
"Welcome to the United States"
No te asustes, creo que en migracion hacen todo lo posible para tratarte mal las primeras veces con el fin de ahuyentar a los farsantes. Confio que todo les saldra bien.
Me alegra que todo haya salido bien para Trying y para ti. Hay una sensación de angustia que viene de una falta absoluta de control, y un no saber qué es lo que piensa o planea el burócrata que tiene en sus manos nuestro caso. Pero tus palabras y las de Trying son reconfortantes, y eso alivia mucho las cosas, un millón de gracias. Un enoooorme abrazo para los dos!
Publicar un comentario