Primer flash.
Necesito tiempo, que sea mio, mas tiempo, que no pueda ser comprado ni vendido, que no este sujeto a la vigilancia de nadie, sin obligaciones, ni cargas. Tiempo LIBRE, para disfrutar de la tenue luminosidad de estas horas tan extranias, en estas calles verdes, caleidoscopicas, estas horas como capullos de ternura que germinan violentamente, horas como dulces choques electricos para el alma.
Hace mucho que no era tan feliz; a veces solo hay que caer en minutos de una suavidad sin limites, mientras se tejen imagenes para apretar contra mi pecho, luciernagas temblando, para siempre. Tambien, hace mucho que no me sentia tan triste. Triste sin matices, oscuramente triste. La silueta, las manos y la voz de este hombre me quiebran por completo, me parten en dos, me iluminan y me redimen. Lo que pasa es que nunca habia estado enamorada asi, tan dulce y tormentosamente.
Segundo flash.
Pasamos la tarde en la casa de los abuelos de J. No se como, yo estaba de pronto tocando el piano, jugueteando con las notas torpemente, y J. tocaba un pandero, y Oma (la dulce abuela alemana) tocaba la armonica. Y todo sonaba seguramente a musica de ninios, porque los tres eramos ninios, y el momento era un aleteo dulce y torpe, y perfecto.
Sin Flash.
Hay tambien una semilla oscura germinando en algun lugar dentro de mi estomago. Algo negro, lleno de miedo, que a veces se infla como una nube y cae en lloviznas heladas. Y soy entonces todos los gatos sin casa, todos los hombres y mujeres que caminan sin reposo, sin zapatos. Hay dias que son como flechas que dan en el blanco y nada ocurre pero la esperanza toma formas grises. Entonces, solo ocurre que mis parpados se inflaman de un cansancio moribundo. Y una luz parecida a la punta de los instrumentos punzantes va revelando la cara menos atractiva de todo, de lo que tengo en las manos y entre mis brazos, de los suenios que me he predicado y de los saltos mortales que a veces practico.
Yo, la dulce y letargica tejedora de ciudades y escenarios, estoy practicando la realidad concienzudamente, estoy mirando con tristeza como se hunde el escalpelo en la superficie rosada de las promesas que cultivo.
A veces, en dias asi, no hay salida, ni respuesta, ni perseverancia posible. No importa si uno es fuerte o si uno es debil. No hay discursos que nos salven. Nomas ahi, el corazon, completamente roto.
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