sábado, 8 de agosto de 2009

Esperanza. La salida facil para los ingenuos. El vicio sucio de los que suenian. Somos siempre nuestro propio director de camara; rodeados por el mundo, por el universo, elegimos close ups o tomas panoramicas, elegimos desde el interior de la cabeza el esquema de la iluminacion en turno, y la esperanza no es mas que una forma de luz, inventada. Sol a traves de la ventana a las 9 de una maniana sin obligaciones, o tarde que cae a traves de arboles o nubes amarillas, o reflejos caleidoscopicos desde el agua, o quinques ambarinos en los rincones intimos de una habitacion sin frio, o galaxias de polvo flotando en horas rojas bajo techos de madera, o cielo infinito golpeado por el viento. En medio de la noche y del suenio me despierto a medias y el duerme a mi lado, bajo la luz azul de la tele encendida.

Nada alegra y nada entristece tanto como la esperanza. Pocos riesgos tan grandes como sentir esperanza, y empezar a creer, en algo o en alguien. Nada cura y nada enferma tanto como la esperanza. Pocas cosas se quiebran tan violentamente como una esperanza.

Cultivo mi esperanza porque no se hacer otra cosa. Si se rompe, me rompo, y nada mas que hacer.

Hace unos dias, camino al trabajo, a traves de la ventana, entre los arboles, junto a las vias del tren, dos venados. Una vez oi a un venado galopar junto a mi cierta noche a la intemperie en los cerritos de Michoacan, pero esta es la primera vez que los miro asi, vivos y despreocupados, viviendo su vida de venados en un cachito de bosque amenazado por los hombres. Ahi nada mas, esperanza. La esperanza es muy cursi, casi siempre.

Y mientras la esperanza se recupera y se recupera mi talento para soniar, todo esta bien y estoy viva. Me gusta la ciudad, el pais, la gente. Canto a todo volumen en la regadera, me peino cuidadosamente en las visperas de mi domingo, me tomo fotos borrosas frente al vapor del espejo, y corro escaleras arriba hacia el proximo tren y el volumen dulce de este dia que nada mas por hoy, suena al Siamese Dream de los Smashing Pumpkins.

Desde el rabillo de mis propios ojos mi escepticismo respira lentamente y murmura entre dientes: a ver cuanto dura esta vez, la alegria. Y sin fe pero con esperanza, el lado mas salvaje de mis decisiones reclina la cabeza hacia atras, desprende las manos hacia la incertidumbre de los anios, todo el tiempo que se extiende por delante, y suenia: para siempre.